Site icon Encuentro al Sur

Por los periódicos: La guerra contra el terrorismo 10 años despues

Advertisements
A juzgar por los resultados, el Ataque Terrorista del 11 de septiembre contra los Estados Unidos logró el objetivo primoldiar de golpear a esa nación en los que constituye el corazon de su poderio, la fortaleza económica. Al cabo de 10 años el poder económico de los Estados Unidosa, simbolizado en las Torres Gemelas del World Trade Center, es jamaqueado por una profunda crisis económica que ha convertido a ese país en el mayor deudor del mundo. Las decisiones tomadas luego de los incidentes del 11/S, además de socabar la economía de ese pais, desataron miedos colectivos y generaron acciones bélicas que han provocado una crisis de seguridad.
El Periodico El Pais de España nos presenta en su edición digital de hoy una historia que retrata las consecuencias que el 11/S. A continuación le ofrecemos un extracto.

REPORTAJE: 11-S, diez años después

La misión que se convirtió en un objetivo imposible

EE UU lleva diez años inmerso en el atolladero de la guerra de Afganistán

DAVID ALANDETE (ENVIADO ESPECIAL) – Camp Phoenix – 10/09/2011

Diez años después, el frente principal y, finalmente, único de la guerra contra el terrorismo de Estados Unidos es un atolladero. Desde esta base a 11 kilómetros de Kabul, en la inestable carretera a Jalalabad, se coordinan las labores de seguridad de la capital. Y es, probablemente, lo único que controlan estos soldados en un país que es ingobernable y hostil. Las mismas tropas reconocen que están librando una guerra tan poco convencional que no saben si el próximo repliegue, que comenzará en unas semanas, es en realidad una victoria o, simplemente, una retirada.

El camino que trae a Camp Phoenix es un testimonio de lo que la guerra contra los talibanes ha supuesto para Afganistán: cementerio tras cementerio, con tumbas marcadas por piedras y banderas; vertederos y escombreras; residencias bombardeadas y nunca reconstruidas; poblados compuestos íntegramente por camiones abandonados y contenedores de metal. El lugar está a pocos kilómetros de Kabul, pero muy lejos de su zona segura y fortificada, donde viven los diplomáticos y la poca clase media que aquí queda. Afganistán, más allá del espejismo del centro de Kabul, sigue arrasado por la guerra cuando se cumplen diez años del terrible acontecimiento que la provocó, los ataques terroristas del 11 de Septiembre.

Los 9.000 soldados que hay destinados en las 11 bases de Kabul se encargan de la seguridad de la región y de apoyar y entrenar a las fuerzas armadas y a la policía nacional de Afganistán.

Esta no es ya una guerra convencional. No hay artillería. No hay cuerpo a cuerpo. Los soldados salen a la calle, en vehículos acorazados o a pie, siempre armados y protegidos por sus cascos y chalecos antibalas, cargando a diario como mínimo 30 kilos de peso, bajo un sol asfixiante y en unos caminos polvorientos y llenos de baches.

“El éxito del ejército norteamericano y de las tropas internacionales destinadas aquí tiene esa consecuencia desafortunada. Somos muy buenos a la hora de defendernos, pero eso ha llevado al enemigo a atacar objetivos de la población civil”, explica el primer teniente George Gay, de la división de infantería 128 de la Guardia Nacional. “Cuando los insurgentes efectúan ese tipo de ataques, eso supone una pérdida para el gobierno y también para nosotros, y es una victoria para ellos, ya que demuestra que, hagamos lo que hagamos, no somos capaces de proteger a la población civil”.

Estos soldados, con sus expediciones diarias y sus proyectos médicos y de ayuda a la reconstrucción, son la cara visible de la nueva forma de luchar del ejército norteamericano, cuya filosofía bélica ha virado en los años pasados hacia la contrainsurgencia. Los grandes logros de esta guerra, como la muerte de Osama bin Laden y sus lugartenientes, los han protagonizado cuerpos de élite, como los SEAL de la Marina, y la CIA, con sus ataques remotos con misiles. Y esas gestas ni siquiera se han efectuado aquí. Para pacificar Afganistán los norteamericanos han tenido que atacar en Pakistán.

De Camp Phoenix saldrán en los próximos meses parte de las 33.0000 tropas que iniciarán el repliegue militar y el final de la guerra, que el presidente Barack Obama ha anunciado para antes de finales de 2014. Entonces comenzará la prueba que medirá el éxito de esta misión: si las fuerzas de seguridad afganas serán capaces o no de contener la más que probable embestida de los talibanes. Para entonces estarán ya solas en esa misión.

© EDICIONES EL PAÍS S.L.

Leer articulo

Exit mobile version