A mi amigo doctor Felipe Díaz Delgado
Ante el silencio absoluto de Tita sus padres comenzaron el largo viaje hacia los consultorios médicos. Los especialistas le examinaron las cuerdas vocales, los oídos, la laringe, el esófago, la lengua, el cielo de la boca, las amígdalas, los dientes y hasta los dedos de sus manos para determinar si tenían alguna bacteria o parásito que le afectara el habla.
Los médicos especialistas no encontraron anormalidad alguna en Tita que impidiera que ella hablara. Estaban perplejos.
Cansados de ir de especialista en especialista sin tener resultados ni tratamiento alguno para conjurar su condición, llevaron a Tita al viejo médico del pueblo que sabía más por viejo que por médico.
El doctor Cardona, que así se llamaba el galeno, le hizo un examen completo. Concluido el examen le metió un cocotazo en el mismo centro del cerebro y Tita grito con fuerza y claridad “coooñooo”.
Desde entonces Tita no dejó de hablar, al extremo de que más de un compueblanos creía que al morir harían falta dos féretros.
©Edelmiro J. Rodríguez Sosa
24 de noviembre de 2011.

