Mar,
ojo de sal,
cuerpo superlativo,
sonrisa blanca de espuma,
continente en el rugido
de una fiera gigantesca
que lame la roca altivo.
Mar,
sopa primera,
útero maternal de únicos seres,
de tu caldo salimos
multiplicando las células
para encontrar el sentido,
pasando por vastas eras
a inaugurar vestido de primate
y ensayar con la voz,
con el sonido
buscando la palabra generosa
que remonte el abismo.
Mar,
desde la arena
respondo a tu llamado primitivo.
Con reverencia te idolatro,
como el ancestro lo hizo,
cuando la luna riela recostada
sobre tu bello cuerpo líquido.
Mar,
barcas endebles sobre horizonte antiguo,
línea sinuosa de monstruos
temidos por el marino.
Mar,
caja de sorpresas…
Confesionario del tiempo,
camino de nave en círculo.
Cíclope
que espía el cielo
con ropas de pececillos,
curiosos y apasionados
en busca de su destino.
Mar,
ojo de sal,
sueño esquivo,
sonrisa de caracola
con tesoros escondidos.
Yo te defino segura
apoyada en alto risco.
Conozco tus ruidos leves,
tus arrullos y gemidos,
lo elástico de tus carnes
y el maremoto bravío.
Pero si vuelvo a mí misma…
¿Quién soy?
¿De dónde he venido?
¿Quién encarceló en mi cráneo
esta sed y este apetito?
©Gloria Gayoso
Ilustración: Una de las playas de Arecibo, por Herman

