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Relatos y vivencias de María del Carmen Guzmán

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Vianderos en la diáspora

Cuando dejamos atrás  nuestras “Plazas del Mercado”  y montamos un avión para ir a los ‘“Newyores”’no encontrábamos cafè ni viandas, ni bacalao. ..

No  por gusto y más por necesidad se nos  ocurrió la idea de que: Si  “Mahoma  no puede llegar hasta  la montaña entonces hay que traer la montaña a Mahoma.”   Así fue como en “El Barrio” bajo las vías del “subway” reunimos una isla de víanderos en la diáspora..

María del Carmen Guzman Rodriguez 

Huérfanos

En memoria de Ángelo.

El primer veterano que conocí fue Ángelo.

La guerra de Vietnam lo arrancó de los brazos de su madre y de sus hermanas, dejándolos huérfanos de paz, huérfanos de certezas.

En el Bronx levantaron un hogar frágil, sostenido por la fuerza de Ángelo, único hombre en la casa, proveedor y guardián.

Pero el conflicto lo reclamó, y su ausencia fue otra herida abierta.

Sus hermanas eran mis amigas, mis compañeras de escuela, y en ese cruce de destinos yo gané un hermano. Un hermano que me trataba con respeto, que me corregía con regaños suaves, que nos esperaba frente a la Escuela Superior para llevarnos a su casa, donde su madre nos recibía con meriendas tibias sobre la mesa.

Ángelo casi no hablaba. Su silencio era un muro, y en ese muro se escuchaban ecos de explosiones invisibles.

A veces llevaba la mano a su sien, como quien intenta arrancar de la mente los estallidos de guerra, pero nunca nos dejó ver su dolor.

Nosotras lo mirábamos como a un guardaespaldas, como si hubiese nacido para protegernos.

Y en su silencio, en su gesto contenido, aprendimos que también se puede amar desde la sombra.

(c) María del Carmen Guzmán Rodriguez

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