Olvidaron su montura,
Por allá por la llanura,
En un pueblo de occidente.
Pero el Señor diligente
Y con su mente de rayo,
Dijo que al cantar el gallo
Sobre suelo borinqueño
Los reyes vendrían risueños
Montados sobre caballo.
***
Por eso es que a mí me gusta,
Cuando llega el seis de enero,
Aunque verlos yo no puedo
Deslizare entre las sombras.
No sé si serán sus montas,
O mi fe siempre creciente,
Pero lo que un niño siente,
Cuando enero está con él
Y hace su alegría crecer,
No es producto de la mente
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No importa si la montura
De los reyes ha variado,
Eso ya se ha comentado,
Desde el llano hasta la altura.
Ya sea en una jaca obscura,
Quizás un potro limeño.
Todo niño borinqueño
Lo que espera el seis de enero
Es el presente sincero
Que alimentara su sueño.
***
Por eso es que en Puerto Rico
Nuestra Santa Epifanía
Nos llega siempre ese día
Cubriendo llanos y picos.
Sus flores cual abanicos
Se desplazan por la sierra.
Nuestra voluntad se aferra,
Pues los reyes de esta historia
Llenan los niños de gloria
Sobre toda nuestra tierra.

