Esta columna de Amy Goodman destapa varias verdades que los ciudadanos de los Estados Unidos deberían repudiar sin vacilar.

1. Las guerras de Estados Unidos son una estafa, un robo y un fraude perpetrado en contra de los intereses de la inmensa mayoría del pueblo estadounidense, es decir un negocio que beneficia a unos pocos.

Así lo evidencia el caso de Bunny Greenhouse, una empleada del Ejercito de los Estados Unidos que denunció la concesión por el Cuerpo de Ingeniero de un contrato ilegal de 7 mil millones a una compañía conocida como Kellog, Brown and Root, antes de que el pueblo estadounidense supiera que Estados Unidos invadiría Irak.  Lo más descarado es que dicha compañía pertenecía a la Empresa  Halliburton, cuyo presidente hasta el año 2000 fue nada menos que Dick Cheney, la persona que ocupaba entonces el cargo de Vicepresidente de la nación.

2. Que los gobernantes republicanos y demócratas esconden el hecho de que el actual déficit presupuestario de los Estados Unidos tiene como una de sus causas principales los enormes gastos militares de las guerras en Afganistán e Irak, y ahora en Libia

El economista ganador del Premio Nobel Joe Stiglitz dice que los costos de las guerras en Irak y Afganistán superarán los cinco mil millones de dólares. Por lo que resulta inexplicable que en el debate nacional sobre la deuda no se incluyen los gastos de la guerra.

Amy Goodman afirma “que mientras el Presidente Obama y el Congreso argumentan que la Salud Pública y la Seguridad Social son los dos factores que desestabilizan el presupuesto, el pueblo debería exigirles a ellos que dejen de gastar en la guerra”. 

Los políticos y los medios de comunicación estadounidenses han convencido al pueblo que el déficit presupuestario es causado por los gastos del plan de salud de Obama, las ayudas que se distribuyen en becas para los estudiantes y los subsidios a familias pobres. Inclusive dicen que se debe al Seguro Social, que es dinero que pagan todos los trabajadores. Nada más lejos de la verdad, el enorme gasto militar es razón principalísima en la debacle presupuestaria y la enorme deuda externa de los Estados Unidos. Todos sabemos que el incremento en los costos de los beneficios sociales no se debe a los beneficiarios sino a la avaricia de los proveedores resguardada por la dejadez del propio gobierno y por funcionarios corruptos.

Procede citar lo que escribe Amy Goodman: “El dos veces ganador de la Medalla de Honor del Congreso Mayor Smedley Butler tenía razón hace setenta y cinco años cuando dijo sobre la guerra: «Probablemente, es la estafa más vieja, de lejos, la que deja más ganancia y seguramente, la más despiadada. Es la única cuyas ganancias se cuentan en dólares y sus pérdidas en vidas y que se lleva a cabo para beneficio de unos pocos, a expensas de muchos».”

srs

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La guerra es un latrocinio.