Usualmente para la hembra humana el acto de parir ocurre durante el noveno mes de embarazo.  Aun antes de que existieran los calendarios, ese tiempo de paciente y arriesgada espera alimentaba la incertidumbre y los temores de los primitivos humanos.  El tropiezo con los misterios de la vida pronto dió paso a creencias y cultos practicados para lidiar con los incomprensibles poderes superiores.  Como parte de ese fenómeno cobró centralidad en el cuerpo de creencias de todas las culturas humanas el misterio del nacimiento.  En torno al embarazo y al parto, preludio del nacimiento, tejieron los pueblos prácticas y simbolismos cuya influencia subyace en las culturas actuales.

Por ejemplo, en las prácticas populares de los antiguos cristiano prevaleció la costumbre ancestral, continuada por griegos y romanos, de rendir culto a alguna divinidad durante nueve ocasiones consecutivas.  Tal costumbre se realizaba con la idea de celebrar algún acontecimiento, orar por los difuntos u obtener algun favor. Esa práctica es la que se conoce como una novena, de nueve.

Para los cristiano esta constumbre ancestral encontró justificación bíblica en la novena hora de oración especial que se efectuaba en las sinagogas y que continuó en la Iglesia Católica en la hora nona, hora en que murió Jesucristo, también en los nueve días que pasaron orando los discípulos y María antes de pentecostés (Hech 1, 14)

Posteriormente en Europa se realizaban novenas en preparación a la celebración del nacimiento de Jesús. Esto para recordar los nueve meses de embarazo de María. Pronto de popularizó en la la devocion popular cristiana la celebración de novenas de preparación, en especial las que anticipaban las fiestas patronales en las parroquias.

En Salinas, desde 1854 se celebra la Novena a la Virgen de la Monserrate que comienza el 31 de agosto y culmina el día 8 de septiembre de cada año. Durante esos nueve días también se celebraba la verbena, una fiesta popular que incluía música, baile, espectáculos, concursos, sorteos, comidas y bebidas.

En Puerto Rico las verbenas asociadas al santo o virgen de una parroquia se conocen como fiestas patronales. A partir del siglo 20 la celebración de las verbenas pasaron a ser controladas por los gobiernos municipales.  Los alcaldes competían entre si buscando ganarse el título de celebrar las mejores fiestas patronales del país.  Eso  implicaba presentar en tarima a los grupos musicales, artistas y espectáculos más destacados del momento. Los políticos se afanaban en levantar su imagen llenando de colorido y kioscos las plazas públicas de los pueblos y auspiciando pomposas actividades artísticas, juegos populares y machinas.

De  un tiempo a esta parte, esta y otras festividades masivas se han privatizado.  Ahora, en muchos casos, forman parte del negocio de los promotores de espectáculos. Incluso en nuchos pueblos  ya no se llaman fiestas patronales, ni están asociadas a la novena de la advocación de una parroquia.  La participación municipal se ha limitado a ser meros auspiciadores con derecho a intervenir en los actos protocolares, realizar una que otra actividad y aparecer en las pautas publicitarias.  Así las cosas,  van transformándose las tradiciones y la cultura de Puerto Rico.

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