— ¿De qué se ríen esas podridas botas sudadas de concreto bajo mi cama mientras la gente reza
Siete días después de su muerte, Pedro reencarnó en un juey. En unas de esas corridas de luna llena se dirigió a la alcaldía. Con sus ojos omnividentes notó que el pueblo enfilaba lentamente sus pasos hacia el ayuntamiento a pedir ayuda sin ningún resultado. Entonces el crustáceo levantó las palancas en protesta y corriendo de lado a lado se abalanzó como un quijote a confrontar al alcalde. Una fila larga encabezada por Cacho, Fitito, Pantera, Calambre, Compay Bellaco, Bulanche, Don Junior, Gertrudis, La Llorona, Dengue, Petra B, Chago y Guapo impedía su entrada. Tirando mordidas llegó a la oficina pero la asamblea municipal le arrancó las bocas y la guardia las patas. Finalmente, el alcalde pidió el carapacho para comérselo con guineítos; desde ese día los jueyes no hacen corridas.
©Edwin Ferrer
