— ¿De qué se ríen esas podridas botas sudadas de concreto bajo mi cama mientras la gente reza un padre nuestro? ¿Acaso no te das cuenta que no hubo chiripas en el cementerio? Míreme a los ojos mujer. Me dio un ataque cerebral; ve a la alcaldía y pide ayuda. ¡Trabajé toda mi vida construyendo tumbas! ¿No te das cuenta que necesito material para hacer la mía? Siempre dije que tarde o temprano las tenía que pagar… Reencarnaré en un león para luchar por mis derechos aunque sea desde el más allá.
Siete días después de su muerte, Pedro reencarnó en un juey. En unas de esas corridas de luna llena se dirigió a la alcaldía. Con sus ojos omnividentes notó que el pueblo enfilaba lentamente sus pasos hacia el ayuntamiento a pedir ayuda sin ningún resultado. Entonces el crustáceo levantó las palancas en protesta y corriendo de lado a lado se abalanzó como un quijote a confrontar al alcalde. Una fila larga encabezada por Cacho, Fitito, Pantera, Calambre, Compay Bellaco, Bulanche, Don Junior, Gertrudis, La Llorona, Dengue, Petra B, Chago y Guapo impedía su entrada. Tirando mordidas llegó a la oficina pero la asamblea municipal le arrancó las bocas y la guardia las patas. Finalmente, el alcalde pidió el carapacho para comérselo con guineítos; desde ese día los jueyes no hacen corridas.
©Edwin Ferrer
Edwin: Te felicito. El lo dijo. El Pueblo de P.R. se ha dedicado a cultivar la idea del ataque cerebral y en ese arranque piensa y no lo dejan pensar. Esto es un field day; la jueyada, el lechoncito, el sancocho son imágenes vivas de un pueblo con la dócil mano extendida preso de la propaganda y víctima de la prepotencia de los que cantan día a día el duermete nene. Recen: libranos senor de los medios de comunicación y sus ventrílocuos. ¡Ave Cesar Morituris Salutatis!
Este texto intenta alertarnos desde el pesimismo. La indiferencia extiende sus garras. Los abusos ocurren, nos escandalizan, pero a la hora de actuar, la decidia y la apatia supera las ansias de combatir. Las filas en busca de ayuda, los interes creados y el miedo marcan el devenir. Los que se atreven son doblemente golpeados, los aplaca la fuerza del poder y los desalienta la indiferencia de las víctimas.