Advertisements
Soltó el cayado, corrió hacia ella, abrió sus brazos y con ternura le dijo:
—Aquí estaré para ti. Cuando otros te den la espalda, abriré mi pecho para guardarte en él. En la penumbra del fracaso encenderé la luz con una palmada en tu hombro para que veas el camino a seguir, y si te caes, mi brazo fuerte te impulsará a volar.
Hoy el pastor y la oveja recorren los valles juntos, guiados por el amor.
©Marinín Torregrosa Sánchez

