Caminó con los pies en sus manos. Sus puños se agigantaban cuando quería tirar un paso al frente con las chancletas que le servían de cojín. La noche estaba lluviosa. Al traspasar las puertas del tren, el ruido le trituraba los oídos. Se llenaba de pesadillas en aquella esfera de ajetreo y cambio emocional, tal como el que vuela hacia otros rumbos como paloma con sus piernas escondidas antes de levantar vuelo.
El vagón del medio se abrió y comenzó su faena diaria. Enrollado por su cintura en un tubo de
© Edwin Ferrer, 11/12/2009

