por Sergio A. Rodriguez Sosa

Un recorte de periódico, enviado por el historiador deportivo Jossie Alvarado, me llevó a descubrir un episodio casi olvidado, pero lleno de grandeza: la negativa de Rolando Cruz a participar en una ceremonia de entrega de medallas concebida para humillar al pueblo de Puerto Rico. Su gesto, firme y patriótico, me conmovió profundamente, recordándome la dignidad que nos define. Inspirado por esa imagen de resistencia, sentí la necesidad de mirar atrás y compartir los orígenes de la participación de Puerto Rico en los juegos internacionales, un breve recorrido que refleja tanto nuestras luchas como nuestras conquistas al enarbolar ante el mundo la bandera que nos identifica como nación.

La historia de la bandera de Puerto Rico en los escenarios deportivos internacionales es también la historia de una lucha por dignidad, visibilidad y soberanía cultural. Durante décadas, el símbolo de la monoestrellada fue silenciado por imposiciones coloniales, pero, además de las lucha anticolonialista del pueblo, atletas valientes y gestos simbólicos la enarbolaron como emblema de resistencia nacional.[1]

Todo comenzó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1930 en La Habana, Cuba. Puerto Rico participaba por primera vez como delegación, pero las leyes coloniales —primero la Ley Foraker (1900) y luego la Ley Jones (1917)— prohibían el uso oficial de la bandera puertorriqueña, considerada subversiva por ser símbolo del movimiento independentista. La delegación fue obligada a desfilar bajo la bandera de los Estados Unidos. Fue en ese contexto que el boxeador Juan Juarbe y Juarbe, al recibir su medalla, se negó a saludar la bandera estadounidense y, en cambio, colocó su mano sobre el pecho, donde ocultaba una pequeña bandera puertorriqueña. Aquel gesto silencioso pero potente fue uno de los primeros actos públicos de afirmación nacional desde el deporte.[2]

Cinco años más tarde, en 1935, durante los Juegos celebrados en la capital de El Salvador, se vivió otro momento clave. La delegación puertorriqueña estaba compuesta por 31 atletas, y el abanderado fue el atleta Manuel Luciano, medallista en salto con pértiga. A pesar de que aún se prohibía oficialmente el uso de la monoestrellada, Luciano desafió la prohibición y desfiló con ella en alto, en un acto de valentía y orgullo nacional.

El gesto fue una clara reafirmación de la identidad puertorriqueña, aunque las autoridades deportivas no permitieron el izamiento formal de la bandera ni el uso del himno puertorriqueño.[3] La delegación se negó a recibir medallas izando la bandera y tocando el himno de Estados Unidos. En cambio, se tocaba el himno nacional del país anfitrión, El Salvador.

La reivindicación alcanzó un hito en 1946, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Barranquilla, Colombia. Gracias a las gestiones del recién creado Comité Olímpico de Puerto Rico, se logró por fin la autorización para que la delegación desfilara oficialmente con la bandera de Puerto Rico. Fue un momento histórico: por primera vez, los atletas boricuas marcharon con su símbolo patrio al frente, en un acto cargado de valor político, cultural y emocional.[4]

Ese avance continuó en 1948, cuando Puerto Rico participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos, en Londres, ya con su Comité Olímpico reconocido por el Comité Olímpico Internacional. Y en 1952, coincidiendo con la aprobación por el Congreso de los EE.UU. de la Constitución del Estado Libre Asociado, la monoestrellada fue izada oficialmente en los Juegos Olímpicos de Helsinki, en plena validación internacional del símbolo patrio.[5] [6]

En 1954, durante los Juegos Panamericanos en Ciudad de México, un atleta puertorriqueño portó por primera vez la bandera en una ceremonia inaugural panamericana. Y ya en 1959, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Caracas, Puerto Rico compitió con todos sus símbolos oficialmente reconocidos. Sin embargo, ese mismo año, en los Juegos Panamericanos de Chicago, el atleta Rolando Cruz protagonizó un nuevo acto de dignidad: se negó a recibir la medalla de oro cuando se le informó que se tocaría el himno de Estados Unidos y no el de Puerto Rico durante la ceremonia. Su gesto fue un recordatorio de que la afirmación nacional aún enfrentaba resistencias.[7]

Desde el primer gesto rebelde de Juarbe y Juarbe hasta la marcha firme de Manuel Luciano y la victoria simbólica en Barranquilla, cada paso ha sido parte de una historia tejida con orgullo, coraje y amor patrio. Hoy, cada vez que ondea la bandera puertorriqueña en una inauguración deportiva o se alza en un podio, no solo representa a los atletas: representa décadas de lucha por la identidad, la soberanía y el respeto.

©©Sergio A. Rodríguez Sosa


Bibliografía consultada

[1] Pedro Zervigón, “Recordando a Juan Juarbe Juarbe,” Claridad, https://claridadpuertorico.com/recordando-a-juan-juarbe-juarbe/.

[2] EFE, “Puerto Rico exhibe las primeras dos medallas de atletismo ganadas en los Centroamericanos 1930,” Yahoo Noticias (8 de agosto de 2023), https://es-us.noticias.yahoo.com/deportes/puerto-rico-exhibe-primeras-medallas-151943218.html.

[3] Primera Hora, Nuestra bandera debutó en grande, 16 de marzo de 2010, https://www.primerahora.com/deportes/otros/notas/nuestra-bandera-debuto-en-grande/.

[4] Wikipedia, Puerto Rico en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, https://es.wikipedia.org/wiki/Puerto_Rico_en_los_Juegos_Centroamericanos_y_del_Caribe.

[5] Primera Hora, Puerto Rico en el movimiento olímpico, 30 de junio de 2021, https://www.primerahora.com/deportes/otros/notas/puerto-rico-en-el-movimiento-olimpico/.

[6] La Semana PR, Puerto Rico y su participación Olímpica, https://www.lasemanapr.com/post/puerto-rico-y-su-participaci%C3%B3n-ol%C3%ADmpica.

[7] El Imparcial, Artículo del 2 de septiembre de 1959 sobre Rolando Cruz, citado en el grupo “Salinas Ayer y Hoy,” https://www.facebook.com/groups/salinasprsiglo21/posts/1127355969284558/.