Ana María estaba seriamente disgustada con lo que estaba sucediendo en el Mundo. Le carcomía el espíritu los políticos ineptos y corruptos, la falta de transparencia, los despidos de empleados públicos, la alta incidencia criminal, la incompetencia de los tribunales de justicia, la trivialización de los medios de comunicación  y la ceguera y conformidad de los ciudadanos.

Un día fue a la Autoridad de Transportación Espacial y solicitó que la transportan al exoplaneta HD-336-NP-21. Quería dejar atrás y olvidarse de todo lo que ocurría en su mundo.

Después de examinarla física y mentalmente y de inquirir por los motivos de querer abandonar el planeta Tierra, le dieron autorización para el transporte.

Una vez llegó a su destino, se instaló en un sencillo, pero cómodo apartamento.

Al otro día de su llegada encendió la televisión para escuchar las noticias e irse familiarizando con su nueva comunidad. No había escuchado media hora del noticiero matutino cuando ya estaba horrorizada con lo que oía. Acto seguido apretó el botón de transportación en reversa que le habían suplido.  En ese momento despertó, activo el dispositivo de control de medios y desde entonces fue la mujer más feliz de la Tierra.

 ©Edelmiro J. Rodríguez Sosa, 5 de noviembre de 2010

Ilustración de Communia