—El senador no pudo asistir hoy.
Dijo la exuberante mujer de caderas anchas, cintura de avispa y trasero redondo y firme. Su paso seguro rompía el silencio con sus tacones altos.
Sentada de frente podía verse como se asomaba la diminuta falda por los muslos carnosos en perfecta simetría con sus piernas cruzadas. En un escote revelador quedaban descubiertas sus dos buenas razones para debatir cualquier argumento.
El pobre hombre tenía la presión sanguínea a toda velocidad y un corrientazo se le coló por los pantalones.
Ella inclino su torso hacia al frente enredando sus dedos finos en la negrura espesa con destellos rubios de su abundante cabellera.
—Aquí está el informe de las medidas que tomo el senador Blin-blin.
Al día siguiente todos pasaban tristemente frente al lazo negro colocado en la puerta de la oficina donde se habían discutido “las medidas”.
En una gaveta permanecía un frasco de pastillas azules en cuya etiqueta se leía lo siguiente:
“Advertencia del Cirujano General: Personas con padecimientos cardiacos o hipertensión deben consultar su médico antes de ingerir este medicamento. Puede provocar vértigo, nauseas, sudores, visión borrosa, fatiga, asfixia y podría provocarle la muerte.”
© Marinín Torregrosa Sánchez
Mi querida Marinin, me pareció muy bueno con fina ironía analizas las respuestas del ser humano más allá de sus límites. Me dejó una enseñanza y quedé pensando que estás creciendo a pasos gigantes.
Cariños
Muy bueno Marinin. Me imagino que el senador murió feliz. Asi como Don Timoteo que murió de una hartura, “se mataba por la carne y la carne lo mató”.
He seguido de cerca tu trayectoria a la microficción y puedo decir que lo estás haciendo muy bien. Estás comprendiendo y aplicando, con mucho acierto, aquellos elementos esenciales en el buen estilo de escribir que, además de la estructura básica del cuento tradicional, son fundamentales en la literatura minimalista: “Originalidad, Concisión y Armonía en el plano discursivo”.
A lo arriba dicho añádele Plasticidad.
Te felicito.