—El senador no pudo asistir hoy.

Dijo la exuberante mujer de caderas anchas, cintura de avispa y trasero redondo y firme. Su paso seguro rompía el silencio con sus tacones altos.

Sentada de frente podía verse como se asomaba la diminuta falda por los muslos carnosos en perfecta simetría con sus piernas cruzadas. En un escote revelador quedaban descubiertas sus dos buenas razones para debatir cualquier argumento.

El pobre hombre tenía la presión sanguínea a toda velocidad y un corrientazo se le coló por los pantalones.

Ella inclino su torso hacia al frente enredando sus dedos finos en la negrura espesa con destellos rubios de su abundante cabellera.

—Aquí está el informe de las medidas que tomo el senador Blin-blin.

Al día siguiente todos pasaban tristemente frente al lazo negro colocado en la puerta de la oficina donde se habían discutido “las medidas”.

En una gaveta permanecía un frasco de pastillas azules en cuya etiqueta se leía lo siguiente:

“Advertencia del Cirujano General: Personas con padecimientos cardiacos o hipertensión deben consultar su médico antes de ingerir este medicamento. Puede provocar vértigo, nauseas, sudores, visión borrosa, fatiga, asfixia y podría provocarle la muerte.”

© Marinín Torregrosa Sánchez