Manolito no jugaba con tierra,

ni tampoco a la guerra.

Se distraía con sus  manos de seda,

atrapando insectos por la vereda.

Por una invisible anomalía,

lo inyectaban todos los días.

Cuando no orbitaba planetas del sistema solar,

 parlaba de quimeras en lo profundo del mar.

Por  veinte años no vi a Manolito

Y por el procuré allí en El Campito

Se fue y le va bien me dijo Margara,

tiene una tienda de cosas bien raras.

Llegué a donde seguro lo encontraría.

Me recibió diciendo con mucha simpatía,

“usted amigo que viene de lejos,

agarre una silla, no se vuelva pendejo”.

No levantó la mirada ni extendió su mano,

él siempre fue así, un tipo bien raro.

Ha sido su empeño besar la luna,

para eso ha amasado una inmensa fortuna.

Después de un buen rato,

pregunté,  Cuánto vale ese aparato?

Mucho dinero contestó el  pela-gato.

Ahora su achaque es evidente,

Y es la dolencia que sufre mucha gente,

Está lleno de codicia y amor al dinero,

¡Al carajo Manolito!,  que el tipo es un carero.

©Roberto López