Cuando en Salinas no hubo más zafra, aquel hombre recorría las calles del pueblo buscando la manera de ganarse el sustento. Y no faltó el títere que le pusiera un mote y cruelmente se burlara de él para entretenimiento de algunos y la desidia de otros.
Decidió re-inventarse cuando no pudo con la fiera competencia que había para los trabajos ínfimos y temporeros. Entonces le dio lustre a sus botas de riego, adornó las hombreras de su vieja camisa con unos botones de un partido político y prendió una placa de juguete en su bolsillo. Se puso una gorra como las que usaba MacArthur y a no ser por su poca talla y la barba nazarena cogió un aspecto policial.
Con su pito plástico jalda arriba fue cantando rumbo a la funeraria.
Todos en la esquina quedaron sorprendidos, y algunos se indignaron al verlo llegar soplando el pito y dirigiendo el tráfico.
Sintió serenidad cuando llegó el cortejo fúnebre y un armonioso himno ahogó para siempre las aburridas burlas.
Feliz, y con el mayor esmero, ejecutó su labor hasta que llegó al campo santo.
Roberto López
Interesante cuento, con connotaciones de una sociedad que abandona más de lo que protege. Estamos muy lejos de ser solidarios, más bien somos solitarios.
Aplausos
Gloria
“Muy bueno Roberto, le cogiste el golpe a eso de narrar”.
Por un error se confundieron los nombres de Roberto en el autor de este relato.
El autor es Roberto López y
el comentario mío, subsanado el error, entonces debe decir:
Muy bueno Roberto, sigues creciendo como narrador.
Este relato de Tito López, para tratar de deslingar los Robertos que colaboran en Encuentro Al Sur, se basa en un personaje popular que adorno los escenarios salinense de cuyo nombre real no me acuerdo. Como suele suceder en muchos casos las circunstancias cotidianas esconden los nombres reales de alguna gente viniendo a ser conocidos por un apodo, eso que ahora llaman nick en las ondas cibernéticas. Pero claro esta, los nick son apodos que uno adopta por voluntad propia. En el caso del cuento de Roberto López , el apodo le causaba ira al personaje, por lo que la muchachería le gritaba“Jardiao” para verlo rabiar.