Amigos bohemios en la senda… Les invito a escuchar esta joya musical con detenimiento. No hay duda que es una de las mejores interpretaciones que he escuchado de este legendario tango. Después de las danzas puertorriqueñas, los tangos son mi música favorita. En mi opinión es el género que mejor abraza la idea y el concepto de lo que para mí es un bohemio. Espero que lo disfruten. Yo por mi parte, más tarde lo volveré a escuchar con un buen vino tinto en la mano. ¡Salud, amor y pesetas y tiempo para disfrutarlo! Como siempre,
♪♪♪Juan Carlos Ramos♪♪♪
Escucharan en este video adjunto: “La Cumparsita”, por la orquesta de Juan D’Arienzo.
Esta es la versión del año 1950, quizá la más famosa de todas.
Presten atención al toque magistral del piano a cargo de Fulvio Salamanca, que le imprimió el clásico compás a la orquesta, una variación moderna y menos “eléctrica”, que la que impusiera Rodolfo Biagi.
Escuchen a Enrique Alessio, primer bandoneón, en su famosa variación del segundo coro. Magistral, sin palabras.
No dejen de lado, la melancolía del final, con el toque impecable del primer violín de la orquesta, Gaetano Puglisi finalmente, la perfecta sincronización instrumental, que en corto tiempo, le diera a Juan D’Arienzo, el acertado calificativo de “el Rey del Compás”.
Esta Cumparsita es una obra maestra de interpretación, que recorrió el mundo. En grabaciones. Solo en Japón se vendieron más de doscientas mil placas de pasta en aquellos años.
Disfrútenlo, porque jamás habrá otra grabación igual, simplemente porque es única e IRREPETIBLE
Y para los que quieran ver la interpretación de ese arreglo original según televisado en la década del 1950, el video que sigue:
“Tango que me hiciste mal y que, sin embargo, te quiero…”
Hay quienes le adjudican la popularidad del Tango a Carlitos Gardel, El Zorzal Criollo, y otros vieron y aún ven con malos ojos toda esa súbita notoriedad con la que el legendario Morocho vistió a eso que Enrtique Santos Discépolo llamó, con una cierta amargura en la voz (así lo creo desde que veo el Tango con mis propios ojos), “Un sentimiento que se baila”.
Contrario a la Danza puertorriqueña, que nació al acorde de instrumentos nobles en una segmento del entorno social más boyante, el Tango tuvo su cuna en el barrio. En ese mundo de malevos, al decir de Borges, donde los machos lloraban y a nadie les causaba gracia.
Es música arrabalera el Tango que nunca se interpretó para el goce sensual del baile y sí para el desahogo de un corazón desangrado. Un sentimiento puro, incontaminado que El Porteño llevó a París y en opinión de Borges, que fue contemporáneo suyo y crítico de su obra, trajo a Buenos Aires “afeminado”, adulterado… Castrado.
Enrique Maroni, que junto a Pascual Contursi, escribió la letra de La Comparsita, también fue autor de un viejo y sentido Poema-Tango, que define mejor lo que yo, que conozco menos el tema, trato de emitir una opinión más allá del simple “Me gusta”: “Apología del Tango”.
Cancion: “Apología del tango”
Artista: Enrique Pedro Maroni
Letra:
Triste, sensual, dormilón,
mezcla de risa y lamentos,
vuela de los instrumentos
y se mete al corazón.
Allí enciende la pasión
que en el alma está dormida,
nos habla de la querida,
del amigo traicionero
y es un grato mensajero
que se nos cruza en la vida.
Por eso, cuando lo siento,
le abro de mi alma las rejas
y entra cantando sus quejas
a amargar mi sentimiento.
Entonces, mirá, no miento
veo que en mi pecho anida
todo el dolor de la vida
y por eso me encurdelo;
tengo hambre de consuelo
y lo busco en la bebida.
Tango que me hiciste mal
y que, sin embargo, quiero
porque sos el mensajero
del alma del arrabal;
no sé qué encanto fatal
tiene tu nota sentida,
que la mistonga guarida
del corazón se me ensancha,
como pidiéndole cancha
al dolor que hay en mi vida.
Por vos he morfao más canas
que pelos tengo en el mate,
por vos hizo el disparate
de envenenarse mi hermana.
No hay bochinche ni macana
que en tu homenaje no hiciera,
y en la fiesta arrabalera,
donde campeas con honor,
me diste siempre valor
pa’ hacerle frente a cualquiera.
Tango de triste motivo,
cuando pienso tu chamuyo,
se queda en mi alma el arrullo
de tus cantares, cautivo.
Por eso, cuando percibo
tu melancólico son,
me acongoja la emoción
de tu rezongo compadre,
y entonces pienso en mi madre
y me llora el corazón.
Es cosa linda y fiereza,
es cachetada y caricia,
tiene amargura y delicia,
tiene fealdad y belleza.
Es la infinita tristeza
que a ser malo me convida,
es la cárcel, la guarida,
mis versos y mi guitarra;
el tango es como una garra
que se ha clavao en mi vida.
Para cerrar esta intervención, quizá sea verdad lo que dijo Borges y un profesor universitario que tuve (Dr. Juan Carlos García Santillán), porteño, como el autor de El Aleph, que sostenía que Gardel fue el sepulturero del Tango, se me hace casi imposible escuchar esta extraordinaria versión de La Comparsita sin pensar en el hombre que la inmortalizó.
Muy buena entrada.