Un espectáculo imaginado tantas veces en mis viajes astrales mentales. Ahora lo disfruto tal como lo imaginé, aunque sea en una fotografía.

Sin duda, una  perspectiva memorable de nuestro hogar en el ancho e infinito universo.

La fragilidad comunicada en esta imagen debe servir para activar nuestra conciencia espiritual.

Para aceptar que por determinaciones desconocidas, somos pésimos habitantes de una casa  irreemplazable que nos empeñamos en destruir.

Para colocar nuestra esperanza en la potente capacidad del ser humano para forjar ideas liberadoras y labrar su propia salvación.

Esos puntitos luminosos perdidos en el espacio son la Tierra y la Luna, fotografiados por la sonda Juno en su camino a Júpiter.  En ese granito de arena trascurre nuestra consciente, fragil y maravillosa existencia.