En aquellos días el periódico El Mundo era el de mayor circulación en la isla, la orquesta de Johnny Ventura y el salón de Baile Villa Colorado estaban en su apogeo y la Volkswagen tenía de eslogan “se puede en un Volkswagen”.
Un Sábado de Gloria, Jossie, que tenía un escarabajo azul, quiso probar la veracidad de aquella propaganda y montó a doce de sus amigos en el coche y los llevó a un baile en las villas. Cuando pasaron por Las Marías vieron a Dartañan y Tribilín que iban a pie. Jossie les ofreció transporte en el parachoques trasero y así fueron un total de quince, los chiflados que llegaron ilesos a las villas. La trilla los dejó con los ojos turnios del susto, estrujados, despeinados, empapados en sudor y los huesos machucados y como las cosas estaban malas llegaron “pelaos como rodilla de cabra”.
En el estacionamiento del lugar disfrutaron de la música de Johnny y sus caballos. Cuando la orquesta tocó una pieza cuya letra decía “debajo de la cama está el guabá, cuidao que te pica y se te va” los muchachos quedaron con la curiosidad y se preguntaban, “¿qué es un guabá? ”
Al terminar el baile fueron a preguntarle a El Caballo, pero Grey, el guardaespaldas del lugar, no les permitió acercarse al camión de los músicos.
Entonces le preguntaron a don Dido el de Las Marías. Y les dijo, “el guabá es el fantasma del chuchero que una noche lleno de celos cortó a Elena, la del Bombón. Luego en su arrebato se acostó en la vía del tren hasta que la máquina numero 8 lo partió en dos. Por ahí anda su alma arrepentida buscando su torso y cortando los pies de los muchachos callejeros y bulliciosos”.
No quedaron convencidos y le preguntaron a don Abraham Santiago. Y don Abraham dijo “el guabá es el espíritu burlón de un esclavo que anda buscando venganza con su señor y al no poder vengarse se desquita con los muchachos callejeros y bulliciosos, y les hinca los pies con un dardo africano y los llena de sueños catatónicos”.
Un nacionalista de Bella Vista, dijo “el guabá es el fantasma de un taíno rebelde que puya con su flecha para despertar a los incautos de esos sueños americanos, para que dejen la calle y el bullicio por un mejor Puerto Rico”.
Y le preguntaron a Rudy, a Nibo y a Tipotró, y cada cual tiró su bolazo.
Entonces, se apagaron las luces del estacionamiento y el lugar quedó desolado. Jossie montó en su escarabajo a los primeros doce y a pie quedaron Tribilín y Dartañan.
Y así Tribilín y Dartañan, turbados por los relatos distintos de una misma criatura y cargando el bagaje de sus flaquezas, caminaron bajo la raquítica luz del lado oscuro de la luna rumbo a la plaza del pueblo para ponerle punto de clausura a una noche bulliciosa. El ruido de una vaca pastando los amedrentó y temerosos pusieron los pies en polvorosa y salieron disparados.
Ya iban llegando al estrecho puente de Las Marías cuando vieron la silueta de un fantasma cruzando de un lado al otro. El viento soplaba levemente y un ejército de fantasmas sobrevolaba en derredor desvaneciéndose en la espesa oscuridad todos menos uno, que seguro era el guabá, que con toda su fealdad les trancó el paso y esperó al otro lado del puente para arrancarles el alma y los pies.
Eran las tres de la mañana, y los jóvenes sintieron el frío de los elementos de la maldad, que rabiando en sus mentes los dejó paralizados hasta que el sol salió y se dieron cuenta de lo que había sucedido.
Desparramadas en el río vieron las hojas sueltas del periódico El Mundo, y al cruzar el puente, atrapada en un arbusto que había justo donde apareció el fantasma, la inmensa hoja de la página de farándula, y en ella, la cara de El Caballo con su enorme risotada anunciando el álbum titulado El Guabá.
©Roberto López
Realismo mágico de principio a fin y un ejemplo prístino de como, con un buen pulso literario, se puede hacer buena literatura de lo anecdótico. BRAVO
Una vez escuche a alguien decir que Gabriel García Márquez, a preguntas de porque ya no escribía tanto como cuando escribió obras como Cien años de soledad, contestó que la razón por la que escribía menos era la muerte de sus abuelos y todos los entonces adultos con los que compartió durante su niñez y juventud en su pueblo natal. Significando que esas personas eran los depositarios de una tradición de relatos orales basados en la cotidianidad que le sirvieron de materia prima para su obra literaria. Roberto López hace lo propio, se convierte en narrador de historia tomadas de la vida real, de sucesos que protagonizaron amigos y conocidos que enfrentaron situaciones naturales vistas por el cristal de sus creencias, temores y circunstancias. Como éste cuento de miedo hay muchos otros en el anecdotario salinense esperando ser recontados para que, ya por escrito, conformen un acerbo de historia y personajes que sirvan de materia prima a los futuros escritores.
Roberto tus escritos son muy bien elaborados. Me gusta mucho el sentido del buen humor que siempre le añades especialmente este último. Recorde con mucho cariño a Dartañan, hijo de Grey, quienes eran mis vecinos y vi levantarse este joven practicamente desde sus primeros años. Sigue deleitandonos con tus ocurrencias entre poesía y poesía.
Muy buen relato donde se entrelaza la realidad de lugares y gentes con lo fantasmagórico.