El pasado es como un amigo fiel que nos mira desde la ventana de un tren que cruza fugazmente la memoria. Yo lo saludo y sigo mi camino, saludo la breve melancolía que suele acompañarlo, pero no me quedo en ese andén pues tengo un compromiso con las estaciones que aún me queda por construir.
Y cada mañana la vida me regala un boleto para un viaje nuevo en un tren diferente que me lleva al lugar donde hay que construir una nueva estación y hago mi trabajo. Bien o mal, no sé… pero el tren no se detiene.
Cierto, cuando vuelvo la mirada y veo los rieles que quedaron atrás, los paisajes por los que no volveré a pasar, humano como soy, ocasionalmente la brisa de la melancolía me acaricia el corazón con mansedumbre.
Pero, ya lo he dicho: la saludo y prosigo el viaje. Yo soy un aprendiz que construye su destino con las herramientas rudimentarias que encontré en el camino. Si construí mal, ofrezco mis disculpas recordando únicamente que no todos vinimos a este mundo con la caja de herramientas en la mano…
De algo sí, estoy seguro: mi vida, toda mi vida, todas mis estaciones, mis aciertos y mis errores, mis risas y mis lágrimas, mis derrotas y mis triunfos, valieron la pena. Ni un solo segundo de mi vida fue pérdida. Todo fue ganancia. Por tanto, sí, os aseguro que el viaje ha valido la pena. Porque en el camino, yo mismo fui mi hechura. Siempre fui vertical. Gracias a Dios.
José Manuel
1 de septiembre de 2012
Gloria, Joaquín, María del Carmen y sobre todo, Sergio, gracias por sus palabras. ¡Me dan ganas de seguir escribiendo!
Estimado Joaquín:
Gracias por tus palabras. Y dices bien cuando dices que sin esos valores esenciales la vida no tendría sentido. ¡Cuántas veces no me he preguntado yo eso mismo!
Joaquín, a veces yo me siento triste (o frustrado) cuando uno dialoga con personas que piensa que viven esos valores y cuando menos uno lo espera comienzan a justificar el estado de cosas no sólo de nuestra sociedad sino del mundo. Y lo hacen con los “razonamientos” (si es que acaso razonan) más absurdos y que usualmente responden a intereses que desconciertan o a fanatismos. Por ejemplo: Hay un individuo (ya no me gusta llamarlo amigo) que estudió conmigo en la escuela intermedia y que hace años se fue a Estados Unidos y tuvo un empleo en el servicio de Aduanas. Allá se ha transformado en algo extraño: es republicano de la extrema derecha y alegadamente “cristiano”, (fundamentalista), y a cada ratos me envía por Internet propaganda de esa que asquea, entre otras cosas una propaganda en la que se refiere a Barak Obama como “el hombre de Kenya”. No soy seguidor de ningún presidente de los E.U., pero a eso se le ve la costura racista pues no se refiere a él como “el negro”, pero para cualquier buen entendedor -como dice el refrán- con pocas palabras basta. Así que en una ocasión le pedí que parase de estar enviándome ese tipo de propaganda. Y, claro, le expliqué por qué.
Hace una semana le reenvié un análisis que la distinguida intelectual Marcia Rivera hizo de la convención Republicana y de la propuesta del candidato Mitt Romney. Era un análisis breve pero muy articulado, desapasionado e inteligente. En cuestión de horas el individuo me respondió como si estuviera vomitando sapos y culebras por la boca. Aquello era asquearte. Lo único que se me ocurrió responderle fue: “Amigo… pienso que estás enfermo”. Luego procedí a bloquear sus correos de mi computadora. Es mejor no dejarle la puerta abierta a ese tipo de expresiones y de personas. Y así hay muchos.
¿Tiene esperanza este mundo nuestro? A veces lo dudo pero opto por pensar que sí. Prefiero pensar que la esperanza, que las utopías son posibles. Hay quienes me dicen en forma indirecta que estamos arando en el desierto. Es posible. Pero aún en el desierto un grano que caiga sobre tierra puede florecer. Si durante casi 30 años le estuve hablando de valores a mis estudiantes y de esos uno sólo salió poeta o luchador o solidario, si uno solo que me encuentre me dice “Maestro, usted tenía razón”, eso es motivo de mi celebración más grande, pues uno solo puede transformar el mundo. Una sola semilla que germine es motivo de esperanza.
Me gusta esta frase de Abraham Lincoln: “Cuando me vaya quiero que de mí se diga que arranqué una espina donde hería una espina y que sembré una flor donde creí que una flor podría florecer”.
Seguimos construyendo. Un abrazo,
José Manuel.
Que bella expresion de satisfaccion de una vida plena. Vivir es un arte y has creado un cuadro magistral. Como decia Antonio Machado ” Caminante no hay camino, se hace camino al andar.”
Mi amigo
Gracias por ese hermoso mensaje. Destila sabiduría, amor por la vida. Además expresa el valor, el gran tesoro de vivir como Dios manda, con una conciencia tranquila. Me recuerda un poema del gran poeta mejicano Amado Nervo que sigue la misma filosofía. No me recuerdo el titulo, creo que es Paz.: VIDA NADA TE DEBO VIDA ESTAMOS EN PAZ. Es bellísimo, un CLASICO. Amado Nervo es uno de mis poetas preferidos.
Seguimos luchando por un mundo que valore lo que verdaderamente debe importar: EL AMOR.LA PAZ, LA JUSTICIA LA SOLIDARIDAD. Ustedes los poetas desde la antigüedad y a través de toda la historia han sido han sido los abanderados de esa gran utopía. Yo soy de los que creo en las utopías Sin ellas la vida no tendría sentido. ¿Qué te parece?
Tu amigo y compañero de luchas y esperanzas
Joaquín
3 de septiembre de 2012.
Me encantó esta reseña de una vida fructífera. Asoma la esperanza y eso reconforta en estos años tan oscuros que vivimos.