por Edwin Ferrer

Cuando la noche embelleció el ropaje del cielo con las joyas de las estrellas, me remonté sobre el valle del Río Niguas y revoloteé en el cielo con alas invisibles.  Me senté en un trono de niebla que colgaba entre el cielo y el Mar Caribe, mientras delante de mí pasaba una multitud de cotorras que cantaban al unísono: “Salinas, Salinas, el pueblo donde yo nací, sus valles sus montes son siempre verdes para mi…”

petardosEntonces en la cima del monte Caroberto, circundado por cactus secos y mamoncillos las manos de unos serafines alzaron a un viejo poeta y lo sentaron en el campanario de La Monserrate. Todos los perros satos se aglomeraron en la plaza y comenzaron sus aullidos de alegría. Cuando el poeta grito; “las doce compañeros” los perros asustados, comenzaron a correr  en todas direcciones. Los petardos anunciaban un nuevo año mientras la gente llegaba a la plaza para abrazarse gritando ¡¡¡Felicidades!!!

 

©Edwin Ferrer