¿Para qué sirve la historia?, me preguntaba alguien. La respuesta más sensata que se me ocurrió fue: para darle sentido a tu propia vida.   La biografía de cada cual es nuestra pequeña historia personal; imagina si perdieras esa memoria. Repasar la historia siempre entretiene y, por añadidura, enriquece nuestra vida. Cuando observamos una fotografía vieja estamos repasando historias que inevitablemente conectamos con conocimientos o recuerdos.  La memoria se activa y el pensamiento vuela.  Eso ocurre cuando observamos la foto enviada por Víctor Maldonado y que recibimos vía Margarita Torres, de Roberto Quiñones.

Por la historia de la pelota salinense, fuese beisbol o softbol, han pasado números equipos pertenecientes a todas las categorías y ligas. Esa historia casi olvidada, por no decir olvidada, tuvo como protagonistas a cientos de personajes que, además de jugar pelota por afición o vocación, eran parte del paisaje cotidiano pueblerino. Entre ellos se encuentran trabajadores, comerciantes, profesionales, policías, militares y hasta vagos de siete suelas.

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Pero lo más curioso del folclor deportivo es la costumbre centenaria de bautizar los equipos con nombres característicos del lugar que representan, de la entidad a la que pertenecen, de algún patrocinador, acontecimiento, cosa o símbolo notorios, aunque no tengan nada que ver con el lugar de origen.  El equipónimo nuestro más conocido es peces voladores, pero seguramente nuestros lectores recordaran otros nombres pertenecientes a la equiponimia salinense.

El equipo que aparece en esta foto llevó el novel nombre de los Ayaqueros. ¿Por qué?, aun no lo sabemos. Seguramente entre nuestros lectores alguno conoce la respuesta.  Mientras tanto, uno puede pensar que se llamaron ayaqueros, porque preparaban y freían ayacas, o simplemente se llamaron así, porque eran comelones de esa deliciosa y grasosa fritura.

srs