perrosarnoso

 

Si fue un sato innecesario, no sé ni quiero saber, si de aquella sarna enrojecida  no quedó una huella bajo el puente, si se durmió bajo un banco de la plaza no supe; tampoco sabré. Yo vi el resplandor de su cola pinta dejando caer gotas infinitas en los arbustos y merodeando zafacones. Solo soñaba con longanizas extranjeras. Sus ladridos se habían deteriorado que no llegaban de su hocico a su garganta, ya era muy tarde, solo su amo ladraba con más fuerza cuando ganaron las elecciones.

©Edwin Ferrer.