Recientemente asistí a la graduación de la clase de 2013 de la Universidad del Turabo. En esa ocasión mi hijo Omar Arkel obtenía una maestría en ciencia y tecnología y con sobrado orgullo por su logro lo acompañaba juntos a su madre, esposa e hijas.
Aprisionado por una inmutable organización que se repite año tras año y en medio de una multitud de graduandos, familiares, facultativos y empleados poca fue la oportunidad de disfrutar plenamente del calor emocional que cargan estas ceremonias. En este caso el gigantismo y un espacio linealmente organizado frustraron el contacto de los espectadores con los eventos que protagonizaban los graduandos. Desde luego, cuando de realidades se trata, en este mundo de comunicaciones satelitales, de teléfonos inteligentes y de tabletas, el plano físico real, como escenario de relaciones interpersonales, se achica virtualizado en el frio contacto de una pantalla, aunque se esté a escasos metros de distancia de donde ocurren los hechos.
Pero lo verdaderamente destacable de esta graduación, más allá de la otorgación de un doctorado simbólico a unos salseros religiosos, que probablemente será lo que recordaran la mayoría de los presentes, fue el discurso del rector Dennis Alicea Rodríguez titulado La ciudad alterna.
Y no es para menos, conocí a Dennis Alicea cuando laboraba en la UT y sé que es un pensador serio que articula ideas complicadas con aguda sencillez. Pienso que La ciudad alterna es el grito de esperanza de un “optimista irredimible” al que su propio diagnóstico traiciona.
Aunque las razones visibles para celebrar la esperanza que predica son muchas, aunque muchos asumen a la esperanza como imperativo ético de sus vidas, y a la educación como energía liberadora, en el fondo se destila una angustia en su llamado a resistir las fuerzas poderosas que aniquilan todo optimismo. Intenta entonces ocultar su desasosiego calificando su optimismo de racional y negando todo llamado a la utopía.
Su convocatoria a vencer la crisis económica de Puerto Rico partiendo de un recurso humano educado, orientado y entusiasta choca contra una desechable clase política incapaz de alcanzar consensos para “imaginar una ciudad distinta”. Por eso el llamado a los graduado a pensar un país que privilegie el trabajo frente a la dependencia económica, un país de gente productiva, capaz de superar la crisis social que golpea nuestro optimismo.
La ciudad alterna es un discurso de graduación sobre el cual el País entero debe reflexionar. Nuestros lectores pueden verlo seguidamente. Al igual que Alicea Rodríguez, insistimos en un “optimismo racional” a pesar de la angustia que provocan las poderosas fuerzas que retan nuestro entusiasmo. Coincidimos con estas ideas porque creemos que la esperanza hay que provocarla, y eso se logra retando el pesimismo con el poder del conocimiento y trasformando lo que sucede a nuestro alrededor.
srs
Discurso de Graduación Dennis Alicea Rodriguez, Rector de la Universidad del Turabo.
**
**
**
Graduados
*
*