En el aeropuerto de la vida
Ante el carrusel de equipaje
Espera la multitud su maleta.
Todo cuanto poseen da vueltas, gira
Sobre una superficie de vinyl y metal cementado
Que ruge y da vueltas sin saber a dónde va
E irremediablemente vuelve al lugar de procedencia.
Pasajeros, forasteros que van y vienen
De estación en estación, de puerto en puerto
Trayendo consigo cuanto pueden arrastrar

O cargar sobre sus hombros encorvados
Por el peso de todo aquello que consideran
Importante, lo que no quieren dejar atrás.
Rencores corroídos, como el hierro oxidado,
Amores añejos
Pasiones atrapadas en telas de araña,
Promesas incumplidas
y sueños…
Sueños que al depositarlos en un espacio reducido, limitado
Son arrojados por manos desconocidas e inclementes
Sobre el lienzo gris que los arrastra como las olas arrastran la arena
Y, como las olas devuelven la arena a la orilla,
Así los sueños vuelven cual espectros en invierno,
Mientras espera la multitud su maleta
Ante el carrusel de equipaje
En el aeropuerto de la vida…
© María del Carmen Guzmán
Muy bueno describes muy bien las trabas de un viajero.
Gracias mis amigos! Dios les bendice!
ESte inventario, que has hecho, querida María del Carmen, me recuerda la viejo tema del Ubi sunt. Todo es vano. La vida es un rato, un soplo como dice el tango. La vida es una entrada y una salida. Somos almas en viaje permanente. Lo malo es que no nos damos cuenta y pensamos que estamos para siempre. Cargamos con recuerdos y olvidos y acumulamos cosas que de nada sirven.
Los creyentes debemos integrar la oración al viaje para que no nos sorprenda el aterrizaje sin estar prevenidos.
Me gustó tu poema.
Un cariño inmenso, desde la lejana Buenos Aires.
Profunda ideas la que nos transmite este poema de la escritora salinense María del Carmen Guzmán sobre lo fugaz del tiempo. Llama a pensar el por qué de la existencia, ese hecho biológico que para los humanos es un acto consciente de acumular vivencias en un equipaje que se nos pierden en el camino. Llegar y salir del aeropuerto de la vida del que habla la poeta, siempre es un acto involuntario, y al final de que vale llevarnos el equipaje acumulado, si el que traímo nos basta. Aplausos