En el amanecer de mi último otoño
no he de mirar nostálgico los tiempos que he vivido
y sin embargo
sé que las primaveras viajarán la memoria
y me dirán adiós
como dice adiós
un niño abandonado a un tren que se aleja
y alarga la mirada de espacios infinitos.
Y vendrán las canciones, las risas compartidas,
los poemas que yo quise escribir
y aquellos ideales…
y el vino.
Luego, no pensar nada
ni lamentar el sueño que murió a la intemperie
de los días perdidos.
Luego… contemplar las montañas que cantan el silencio…
fumarme un cigarrillo…
y eso es todo…
José Manuel Solá
13 de octubre de 2015