Las grandes corporaciones o instituciones, ya sean con o sin fines de lucro, se mantienen sólidas y exitosas mientras los intereses colectivos de la institución sean la prioridad de todos sus miembros. En tanto y en cuanto los intereses particulares de sus miembros son la prioridad, estas colapsan.
Pongamos como ejemplo a los dos partidos políticos de mayoría en Puerto Rico. Sus miembros, políticos de oficio, defienden sin cortapisas los postulados del partido por encima de ninguna otra cosa. Esto lo manifiestan públicamente a diario, siendo esta una de las pocas veces en las que quizás actúan con verdadera honestidad.
Esa particularidad de defender los intereses del partido por encima de los intereses del país le ha dado continuidad y solides a estas dos instituciones políticas. Esto beneficia colateralmente a sus políticos de oficio y a los intereses privados que los patrocinan. Ellos viven sin limitaciones económicas ni sociales, mientras el bienestar de la ciudadanía, que no está entre sus prioridades, colapsa.
En lo referente al Partido Independentista Puertorriqueño, este se derrumbó desde su origen. Los intereses particulares de sus líderes, apegados al financiamiento del régimen, mató su razón de ser. Por ese conflicto ético no han logrado sacar al país de la tragedia del coloniaje y del engaño de que con la soberanía nos arroparía el hambre y la miseria. ¿Qué miseria mayor que miseria moral y económica que vive la mayoría de la población actualmente?
©José Pepo Santiago
Que miseria mayor que la miseria moral y económica en la que vive la mayoría de la población actualmente.