A las Madres que hacen honor a la palabra más hermosa. Es un don divino y hay que respetarlo, en reverencia si fuera necesario. En honor a las madres hacendosas que todo lo dan por amor.
A todas las madres que tuvimos el privilegio de ser vehículo de vida; y a todas las que no pudieron concebir.
A las madres a corto tiempo que se dedican a instruir, educar, criar y a regalar su amor aun sabiendo que vendrá el día esperado de separación, y aun ante el dolor sonríen porque hicieron su obra de caridad.
A las madres que fueron abandonadas por sus engendrados en el camposanto, y a quienes solo la lluvia, el viento y variedad de insectos le visitan.
A las madres que desprendieron de sus entrañas su rol de madre por seguir normas arcaicas de creencias y valores sin sentido.
A las madres que prestaron su vientre para ser a otras más felices.
A las madres que aprendieron a hacerlo a rompe dientes, sin ejemplo ni recuerdos.
A las madres que deambulan por las calles y son motivo injusto de charlas y risas de transeúntes cuando esperan que un alma dadivosa les provea el pan del día.
A las madres que se escapan en la noche a complacer a extraños para llevar el pan a su hogar mal dirigido.
A las madres a quienes les arrebataron su dignidad, y por salvar su honor están entre barrotes y paredes frías anhelando
ver sus hijos algún día. Quienes volverán del viaje inventado por los suyos para crearle el orgullo por su progenitora a los hijos que preguntan por su ausencia.
Por mis dos hijas quienes tuvieron el valor de decirme frente a frente su secreto y la sorpresa que iba a ser abuela, y
quienes aun sabiendo las consecuencias de falsos positivos no interrumpieron su embarazo.
A todos los hombres que por razones poderosas reconocemos por este rol tan bien llevado. Por las madres que viven
en dimensión divina y llamamos Ángeles. Por las madres que a cada minuto se abrazan al manto de sus creencias. Ofreciendo promesa tras promesa, pidiendo por el hijo que arriesga su vida por lo que todavía no entiendo.
Para las madres que reciben a diario noticias de hombres en uniforme con decoraciones y en ocasiones carentes de
compasión y sensibilidad.
A las madres del mundo y en especial a mi madre y a nuestras madres salinenses.
A todas las que sus nombre puedo mencionar y las que no menciono también. A todas ustedes, felicidades; bendita sean y Gracias por enaltecer y exaltar este don divino y consagrado.
© Maritza Ledée Rivera, 12/mayo/2009