La fuerte lluvia
al calor nos condujo
entre sábanas,
tanto que las goteras
hirvieron en llamas.
La madrugada
devoró las tinieblas
bajo los techos
repletos de incienso
después del desayuno.
Yací con ella
y me bebí el vino
toda la noche.
Ahora hace tiempo
que ni llueven chubascos
©Kaminero
Me gustó del poema esa escena cotidiana, pero proyectada en imágenes refrescantes que transmiten amor apasionado y que a su vez se descubren ante el tiempo, el espacio y los chubascos.