por Víctor Alvarado Guzmán

Comité Diálogo Ambiental, Salinas

Cada semana se repite. Cada vez es más obvio.

Quien no concuerda con las posturas empresariales de la carbonera AES es embestido con prepotencia y menosprecio por sus representantes en la isla, sin importar que quien difiera sea un ciudadano, un profesional, una agencia, un medio de comunicación o una organización no gubernamental.

Por ejemplo, en el verano del 2016 estudiantes y miembros de la facultad del Programa de Maestría en Bioestadística y Epidemiología de la Escuela Graduada de Salud Pública, del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, comenzaron un estudio epidemiológico para determinar similitudes o diferencias en la incidencia de condiciones crónicas entre residentes de los barrios Puente Jobos y Miramar en Guayama, y sus pares en las comunidades Santa Isidra y Rafael Bermúdez de Fajardo.

El estudio reveló que en Puente de Jobos y Miramar, zonas residenciales cercanas a la planta de carbón de AES en Guayama, los casos de asma severa en niños y niñas, los abortos espontáneos, las urticarias y casos de bronquitis crónica ocurren de 6 a 9 veces con más frecuencia que en las comunidades comparadas en Fajardo.

Pero en lugar de preocuparse por las personas afectadas y mostrar empatía por sus vecinos, tanto los ejecutivos como los asesores de AES optaron por repartir propaganda con expresiones del exsecretario del Departamento de Salud, Dr. Johnny Rullán, quien intentó poner en entredicho la metodología empleada y despectivamente catalogó el proyecto de investigación como una “encuesta”, sin justificación alguna.

Irónicamente, semanas más tarde el mismo estudio, la misma metodología, fue validada por la American Public Health Association (APHA), organización líder en la discusión de temas de salud pública en los Estados Unidos que, además, recomendó a nuestra Escuela de Salud Pública que profundizara en esta investigación científica.

Desdén ejecutivo

La misma actitud de indiferencia también ha hallado suelo fértil en la figura del presidente de AES Puerto Rico, el ingeniero Manuel Mata.

Aun cuando vecinos del barrio Puente Jobos en Guayama consideran que sus continuas alergias, ataques de asma, problemas en la piel e incidencia de cáncer están vinculadas a la presencia de partículas de carbón y cenizas en el aire que respiran, Mata ha insistido ante medios de la zona metropolitana que “las cenizas no son tóxicas, que su planta no emite polvos fugitivos y que cuenta con todos los mecanismos de seguridad para que las comunidades aledañas no se afecten”, tres asuntos que contrastan con la realidad diaria de los vecinos de la planta y con reportes de científicos en Puerto Rico, Estados Unidos y otros países.

Ni la EPA se salva

Pero eso no es todo. El 22 de diciembre de 2016, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) determinó que la inmensa montaña de Residuos de la Combustión de Carbón (RCC) que está en el patio trasero de la planta, y que AES llama almacén de Agremax, “es un vertedero existente sujeto a todos los requisitos aplicables a los rellenos sanitarios”.

Incluso, el entonces director de la Oficina de Conservación y Recuperación de Recursos, Banes Johnson, estableció en su carta al ingeniero Mata que “la EPA no considera el Agremax que está en la pila de las facilidades de AES como un producto, sino más bien un desperdicio sólido”.

La carbonera, por su parte, ha negado reiteradamente el señalamiento de la EPA e, incluso, fue más lejos el pasado 31 de mayo, al solicitar formalmente a esa agencia federal que no le aplique la regla que define como vertedero el amontonamiento de cenizas en su planta. Eso los eximiría de realizar exámenes de suelo y agua en su propiedad para identificar contaminación con metales pesados.

Y como todos están mal menos AES, también le ha recalcado a la EPA que el Agremax es un producto, contrario a lo que claramente establece esa entidad reguladora.

Arremete contra medios de comunicación

Como si todo lo descrito no fuera suficiente, el pasado 26 de julio la alta gerencia de AES acusó a Wapa Televisión (Canal 4) de difundir información falsa y tergiversada, tras la transmisión de una entrevista realizada por Noticentro 4 a la directora regional de la EPA, Carmen Guerrero, en torno al tema de las cenizas de carbón.

Casi un mes más tarde, el 21 de agosto, AES volvió a atacar a Wapa y enfocó sus cañones hacia la periodista Sylvi Escoto, quien luego de realizar una visita a las inmediaciones de la planta en Guayama aseveró ante las cámaras de televisión que su vestido blanco reflejaba partículas producto de las cenizas de carbón.

Previamente, Escoto había compartido con vecinos de la planta, quienes mostraron cómo las cenizas y el polvo fugitivo del carbón han llegado hasta sus hogares: otro testimonio -espontáneo y no comprometido- que da al traste con las continuas alegaciones del presidente de AES.

Incluso, durante diversas ponencias ante la Legislatura de Puerto Rico, el ingeniero Mata ha intentado desacreditar la irrebatible serie especial publicada por el semanario La Perla del Sur y el Centro de Periodismo Investigativo, titulada “Bomba de tiempo, las cenizas de carbón”.

La serie, que el año pasado ganó el Premio Nacional de Periodismo de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico, investigó la contaminación por cenizas de carbón en Puerto Rico y la República Dominicana, y profundizó en sus peligrosas repercusiones para la salud y el ambiente.

El ingeniero Mata, sin embargo, no ha concedido entrevista al autor de la serie, el periodista Omar Alfonso, a pesar de que la ha solicitado por escrito desde el 5 de enero de 2016.

¿Fin de una luna de miel?

En fecha mucho más reciente,el 1 de septiembre de 2017, la Junta de Calidad Ambiental (JCA) ordenó que la AES debía tomar todas las medidas necesarias para enclaustrar y/o contener, cubrir y proteger del potencial paso del huracán Irma todo el material de residuos de combustión de carbón y/o Agremax que mantiene a la intemperie en sus instalaciones.

Según la agencia ambiental, la directriz se justificaba ante el “potencial levantamiento de polvo fugitivo” de las cenizas y/o Agremax, en “aras de salvaguardar la salud y seguridad de los residentes de las áreas circundantes a las instalaciones de AES”.

Pero al día siguiente, AES despachó la orden de la JCA tras calificarla como una mera “duda” de la presidenta Tania Vázquez Rivera, y declinó cumplir con lo exigido. Dos días más tarde, la JCA reiteró el incumplimiento de AES con la orden, y la empresa fue multada con $25,000, suma que aumentó a $70,000 el 12 de septiembre.

Aun así, como todos están mal menos AES, Manuel Mata insistió durante una entrevista radial en San Juan que la planta que preside “siempre cumple con la ley”.

Ataques y carpeteo

De igual modo, en una ponencia sometida ante la Comisión de Salud Ambiental y Recursos Naturales del Senado el pasado 28 de febrero, Mata acusó de “falta de validez científica” al profesor universitario y doctor en Química, Osvaldo Rosario López, y tildó de “titulares no fundamentados” su análisis pericial de las cenizas hidratadas que se dispusieron como relleno en la urbanización Parque Gabriela de Salinas.

En su informe, el doctor Rosario aseveró que: “De los resultados reportados de mayor preocupación son los metales y emisiones radioactivas. Entre los metales de mayor preocupación en las cenizas se encontraron Arsénico, Boro, Cadmio, Cromo, Cobalto, Plomo, Molibdeno, Níquel, Selenio, Talio y Vanadio. Todos son Tóxicos y/o cancerígenos a humanos”.

“Las concentraciones variaron entre unidades de mg/Kg hasta cientos de mg/Kg de ceniza. En docenas de sitios donde se han depositado cenizas de carbón sobre terrenos, según la misma EPA, se han contaminado acuíferos con metales a niveles que los hacen inservibles como fuente de agua”.

Llama la atención, sin embargo, que aunque el ingeniero Mata también ha intentado desacreditar al doctor Rosario, al presente no ha podido rebatir ninguno de los hallazgos presentados en el informe.

De igual forma, en una entrevista publicada el pasado 12 de septiembre, el ingeniero Mata acusó al presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico, Dr. Víctor Ramos, de decir “mentiras” por afirmar que el efecto adverso de las cenizas está demostrado.

En esa misma entrevista, Mata aseguró que han “identificado dónde viven” los residentes que se quejan por el efecto negativo que la planta de carbón tiene en su salud e incluso señaló que uno de esos vecinos vive lejos y que “tiene vecinos que trabajan en la planta”.

Este “carpeteo” de residentes y líderes activistas no solo denota la despreciable intensión de intimidar a personas humildes, trabajadoras y de reputación intachable en Guayama, sino que además es un acto vil que debe ser repudiado por todos los que habitamos esta isla.

Otro ejemplo de esto ocurrió el pasado 25 de agosto, cuando el publicista de AES, Julio Sainz de la Maza, alegó públicamente haber estado en las protestas nocturnas frente a la entrada de la planta de carbón en Guayama, y dijo haber “fotografiado a esa gente”.

En esas mismas declaraciones, Sainz de la Maza pronunció información incorrecta y formuló comentarios despectivos contra los activistas.

Una vez más, sus expresiones y las de ejecutivos que dirigen AES en Puerto Rico no sólo dejan al descubierto el inmensurable grado de soberbia que les distingue. Además patentizan su incesante antipatía y desdén contra aquellos que no estén de acuerdo con sus posturas.

Por eso, TODOS están mal, menos AES.