Por: Víctor Alvarado Guzmán
Es posiblemente el término de moda, el que más se repite y menciona en Puerto Rico después del embate del huracán María.
Sin embargo, la palabra “resiliencia” tiene un significado, bagaje y trayectoria que se remonta al siglo pasado.
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), la expresión proviene del término inglés “resilience”, el que a su vez deriva del latín “resiliens”, que significa “saltar hacia atrás, rebotar” o “replegarse”.
La RAE, además, la define como la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adverso. Una segunda definición establece que es la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Desarrollo del concepto
El concepto “resiliencia” emana en parte de los proyectos de investigación de la doctora Emmy Elizabeth Werner.
Werner, quien nació en Alemania en el año 1929 y emigró a los Estados Unidos en 1952, fue profesora en el Departamento de Desarrollo Humano y Comunidad de la Universidad de California (UC Davis). Además fue miembro de la American Psychological Association (APA), de la Society for Research in Child Development (SRCD), del Institute of International Education (IIE) y de Psi Chi (Sociedad de Honor Internacional en Psicología).
En el año 1955, llevó a cabo un estudio en la isla hawaiana de Kauai, con una muestra de 700 niños recién nacidos que procedían de familias en situaciones desfavorables de pobreza, enfermedades mentales y alcoholismo, entre otros.
En su investigación titulada “Vulnerable but Invencible. A Longitudinal Study of Resilient Children and Youth” (Vulnerable, pero invencible. Un estudio longitudinal de niños y jóvenes resilientes), Werner intuía que a los 30 años de seguimiento confirmaría que estos niños desarrollarían patologías de múltiple índole.
Efectivamente, al tiempo parte de la muestra confirmó esa hipótesis. La sorpresa, sin embargo, la obtuvo cuando el 30 por ciento de los elegidos no desarrolló patología alguna e, incluso, llevaba una vida plena, con desarrollo sano y positivo.
Estos niños resilientes tenían algo en común: todos contaban con al menos una figura de apego (no necesariamente un familiar) que les aceptaba incondicionalmente, independientemente de sus características físicas, inteligencia o temperamento.
De manera que la doctora Werner concluyó: “la influencia más positiva para ellos es una relación cariñosa y estrecha con un adulto significativo”.
Resiliencia comunitaria
El concepto de resiliencia experimentó más cambios a partir de la década de 1960. En un principio, se interpretó como una condición innata, luego se enfocó no solo en factores individuales, sino familiares, comunitarios y, actualmente, culturales. De hecho, investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural.
En el caso de la resiliencia comunitaria, se trata de un concepto latinoamericano desarrollado teóricamente por el doctor Elbio Néstor Suárez Ojeda.
Con más de 15 años dedicados al tema, Suárez Ojeda es director del Centro Internacional de Investigación y Estudio de la Resiliencia en la Universidad Nacional de Lanús, Argentina: una entidad con sede en varios países que funciona por convenio entre una fundación holandesa y universidades nacionales situadas en áreas problemáticas de cada país.
Tras completar numerosos estudios, Suárez Ojeda observó que cada desastre o calamidad que produce dolor y pérdida de vidas y recursos, tiende a generar un efecto movilizador de las capacidades solidarias en las comunidades afectadas, lo que les facilita reparar los daños y seguir adelante.
Por lo tanto, la resiliencia comunitaria se refiere a la capacidad del sistema social y de sus instituciones para hacer frente a las adversidades y para reorganizarse posteriormente, de modo que mejoren sus funciones, su estructura e identidad.
La ONU y la resiliencia
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) redactó un manual para líderes de los gobiernos locales titulado: Cómo desarrollar ciudades más resilientes, como una contribución a la Campaña Mundial 2010-2015 Desarrollando ciudades resilientes – ¡Mi ciudad se está preparando!
Este manual proporciona a los alcaldes, gobernadores, concejales y otros un marco genérico para la reducción de riesgos e identifica buenas prácticas y herramientas que ya son utilizadas en diversas ciudades.
Responde a la necesidad de un mejor acceso a la información, conocimiento, capacidades y herramientas para abordar de manera eficaz el riesgo de desastres y los eventos climáticos extremos. Además, ofrece una descripción general de las estrategias y acciones necesarias para crear resiliencia ante los desastres, como parte de una estrategia global para alcanzar un desarrollo sostenible.
El mensaje que se desea transmitir es que la resiliencia y la reducción del riesgo de desastres deben formar parte del diseño y estrategias urbanas para lograr un desarrollo sostenible.
La resiliencia en Puerto Rico
La dificultad que hemos tenido para reorganizarnos como país y mejorar nuestras funciones y estructuras tras el paso de los huracanes Irma y María, demuestra la necesidad de desarrollar comunidades y pueblos resilientes.
Para lograr esto hay que promover la descentralización de la autoridad y de los recursos, impulsando la reducción de la vulnerabilidad y del riesgo de desastres a nivel municipal y regional.
Pero todo este proceso tiene que comenzar desde las comunidades, donde sus habitantes puedan evaluar colectivamente sus fortalezas y vulnerabilidades, para tomar acciones concretas al respecto. De esta forma, se convierte en un proceso de planificación comunitaria con la participación de residentes, organizaciones y diversos sectores (educación, salud, transporte, medio ambiente, académico, empresarial y comercial).
Es importante destacar que la resiliencia no significa resignación, es planificación. Es desarrollar nuestra capacidad para adaptarnos ante los eventos y mejorar nuestras funciones, estructuras e identidad comunitaria.
Por todo lo expuesto, conviene actuar y fomentar más altos niveles de resiliencia en Puerto Rico… antes de que venga el próximo huracán.
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por Víctor Alvarado Guzmán.
Esta palabrita, algo odiosa para pronunciar, aca, en arroz y habichuela pueblerina, no es otra cosa que nuestra capacidad de resistir los escollos de la vida y la habilidad para superarlos. A nivel comunitario pienso que esa capacidad debe promoverse como un proceso encaminado a esfuerzos de autogestión lo más independiente posible del aparato gubernamental, detras del cual siempre hay una intensión de encajonar a los grupos en unas camisas de fuerza políticas, por eso siempre debe contener un ingrediente de desafio.