jueyes1En el casco del juey,
en el casco del juey.
En el casco del juey
se saborea el pitorro bien.
Tiene frutas tiene carne
y lo enterré en el batey.
Mamita está bien curao.
Sírvelo en el casco del juey.

Al ritmo de la plena improvisada por Justo Díaz se pasaba la tarde de los domingos en el balcón de mi casa de la Colonia Teresa. Yo tendría de 6 a 9 años pero recuerdo las jugadas de dominó, los juegos de pelota por radio, las carreras de caballo “¡Camarero en punta!”, según las narraba Pito Rivera Monge.

Era todo un jolgorio, mis sobrinos, los primos y los hijos de los vecinostractor caña corriendo por el patio. En el ranchón guardaban las máquinas que se usaban para trabajar en las piezas de caña y los muchachos más grandes se subían a jugar en ellas, aprovechando que los mayores entonaban aquello de: en el casco del juey, en el casco del juey…

En la cocina, una olla de agua hirviendo para desvestir a la gallina que mi mamá hábilmente agarraba por el pescuezo, le daba tres vueltas y catapún, a revolcarse por el piso aleteando su último suspiro de vida. Nunca comprendí cómo una mujer tan santa despachaba el asunto de la gallina tan fácil. Una vez no quedaba ni una sola pluma, procedía la operación. Le sacaba todo, colocando aparte la molleja, el hígado, el corazón y los huevos porque con ese caldo “se revivían los muertos”. A mis primos de Nueva Jersey había que prepararle huevitos fritos con arroz, no querían sopón de la “gallina matá”. Y seguía Justo cantando: en el casco del juey, en el casco del juey…

Pronto se esparcía el aroma de las especias, viajaba hasta las casas de los vecinos: Don Rafa, Don Domingo. También a la casa de Don Varo en el Chucho llegaba el exquisito olor a recao.  Se iban agregando uno a uno en la casa grande y aquel familión seguía creciendo, porque todos eran compadres, comadres, primo segundo, tercero y al que no era nada se trataba como un hermano. Volvían a entonar: en el casco del juey, en el casco del juey…

Es domingo y las paredes frías de mi casa guardan silencio. Afuera ya no tengo patio. Los automóviles en carrera, mis nietos quietos delante de una pantalla y dicen que.. ¿jugando? Velas aromáticas perfuman la noche, habitaciones despobladas. Mi soledad quiere bailar la plena pero sólo escucho del vecino el “tra tra” y “bum bum” con una jeringonza que turba mi recuerdo.

©Marinin Torregrosa Sánchez

Glosario
Juey – un tipo de cangrejo que habita en los humedales costaneros o mangles
Pitorro – ron artesanal producido  clandestinamente.