Después de una larga faena, Juan Leví  le pidió a Petra que lavara los trastes* hechos con el fruto de la higüera. Terminada la tarea puso las ditas* a secar encima de unas planchas de cinc.

—Mañana viene el alcalde y su ayudante. —anunció Juan.

—No me había dicho nada. —contestó Petra.

—No te preocupes conseguí una toallita de res para que prepares un buen mondongo.

Al día siguiente cuando el alcalde entró en el modesto hogar, cinco niños panzudos salieron de su cuarto. Todos, menos uno, le pidió la bendición.

Cuando contempló las ditas encima del entablado de metal dijo:

—A la verdad que estos cascos de higüera parecen los estómagos de los niños. Tome nota asistente.

Nibo se quedó muy serio y alargó una mirada extraña a Juan.

— ¿Cuando vas a convencer a tu hermano de que ingrese a nuestro partido?

Juan pensando cabizbajo, dijo entre dientes:

—Si los dos estamos en el mismo partido, uno de los dos pierde el mondongo.niños pidiendo

Después de haber comido hasta más no poder, el alcalde se despidió, dando al niño que no le pidió la bendición una peseta. Entonces Petra echó los trastes al barril de agua mientras los otros niños la miraban triste con las manitas extendidas.

©Edwin Ferrer 08/27/2009.

*Trastes: vasijas de cocina, trastos

*Ditas: las vasijas que se preparan con el fruto de la higuera.