La mujer decidió que era tiempo de mudarse. La computadora abrió donde no debía, mostró la foto de él con otra. Se veía tan feliz. Su rostro irradiaba la luz que te rejuvenece el alma. No lo esperaba, todo iba tan bien.
Ahora todas las nubes se apartaron de su entendimiento. La prisa, las excusas para no salir ni acompañarla.
-No quiero gastar, no me siento bien… –
Quiso enfrentarlo pero no debía. Perdería lo que había ganado.
-Callaré, cuando sea oportuno lo mencionaré. Mientras tanto ya sé lo que puedo esperar: mentiras. –
Guardó su dolor y enjugó la humillación en el silencio de su soledad. Nada sería igual.

Desde entonces, en las noches le prepara un café antes de acostarse. Las ratas se multiplicaban cada día. Inexplicablemente el veneno no las mata.
© Marinín Torregrosa Sánchez
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Así mismo es, un sentimiento de angustia tan inmenso que solo tiene cabida para la escapatoria.
Buena manifestación, hay que portarse bien, excelente. te felicito.