Había una dulce y tierna viejecita que se negaba a envejecer. Muchos decían que padecía de alzhéimer, locura senil o pocas vergüenzas de vieja choncha. Lo cierto es que ella no se sentía aludida por el calendario.
—Aroma atrapado en el olfato que se mezcla con imágenes del recuerdo, grabados alucinantes de un viaje por los sentidos. Como un perfume que atraviesa el tiempo y la distancia. Al calor del fuego se evapora pero realmente, ¿cuánto duraría su hechizo? Soy la fragancia que en suave vuelo llega a ti, de donde nunca he partido, ni partiré. Eres mi hechura por eso eres yo.
—¡Vieja disparatera!
Indiferente a lo que acontecía a su alrededor, vagaba de casa en casa, mendigaba compañía y regalaba locuras. Los paisanos del barrio le gastaban bromas, la embriagaban para escuchar sus cuentos. Como un mago se las inventaba en el aire y se la sacaba de la manga. Era la atracción de la clientela del cafetín y de los jóvenes de la barriada por su gracia e ingenio.
Una noche de regreso a su casa, camino todas las calles del pequeño pueblo. Tocó tantas puertas como pudo. Era muy tarde, nadie escuchó los golpes, al parecer todos dormían. Cansada, ya casi de madrugada llego al pintoresco chalecito donde vivía. Una luz en la habitación la guió hasta encontrar allí a su hija que lloraba.
—¿Qué haces aquí a esta hora? ¿Regresaste al pueblo, viniste a visitarme?
No recibió respuesta, su hija permanecía abrazada al retrato de la anciana. Se le acerco. Con su frágil y arrugada mano quiso acariciarla, pero no alcanzó a sentir su piel.
©Marinín Torregrosa Sánchez
El misterio tras la muerte siempre me provoca imaginarse uno viendo a los que aún part¡cipan del mundo de los encarnados. Tal vés cuando cobramos conciencia que que nuestros sentidos no funciona en ese plano es que nos damos cuentas de que estamos muertos, o idos de ese mundo.
Cuantos fantasmas andaran por el mundo tratando de enviar un mensaje a sus seres queridos.O tratando de conversar el pasado para establecer perdon.Magnifique Mary.Aplauso de pie.