El 5 de octubre se cumplieron 79 años del natalicio de cantante Ismael Rivera. Este boricua nacido en Loíza se destacó como improvisador de liricas y rítmos, talento por el que se ganó el título de El Sonero Mayor. Junto a su amigo de infancia, Rafael Cortijo, formaron un grupo musical que llegó a adquirir fama Internacional. Maelo y Cortijo son considerados íconos de la música puertorriqueña y como tal han quedado plasmados en las artes y en la literatura nacional.
Los interesados en el tema pueden consultar el libro del periodista puertorriqueño Juan A.
Moreno Velázquez Maelo: hijo de borikén, rey de los soneros. El libro es una compilación de entrevistas, documentos, anécdotas e historias que develan la vidad del cantante fallecido el 13 de mayo de 1987.
Para recordar a este gigante de la música puertorriquena presentamos a continuación una entrevista radial que le realizara el experimentado locutor Rafi Torres.
Solía decirme Joe Canta que el cantante de verdad se conocía a capela, sin acompañamiento instrumental. A puro pulmón.
Ismael Rivera, nuestro Sonero Mayor, ha sido, para mi gusto y para el gusto de muchos que saben más que yo de estas cosas, la voz que mejor mantuvo el tempo musical con la resonancia de los que conocen su oficio y lo respetan.
Tenía un oído y un sentido del compás fuera de lo ordinario, entonces, y fuera de lo común, hoy, cuando los llamados cantantes no les agrada cantar a capala.
Como Carlos Gardel, Maelo fue ídolo de multitudes e igual que el Zorzal Criollo, el nuestro fue más allá que un extraordinario intérprete, también fue un consumado compositor, un musicólogo. Un genio musical.
No recuerdo haberlo escuchado desafinar y eso no lo puedo decir de todos los cantantes que he escuchado en mi vida.
Maelo fue una institución. Una Escuela.
Roberto y Amigos: Para mi resulta proverbial encontrar en la personalidad de seres como Ismael Rivera, Felipe Rodriguez, Gilberto Monroig, por decir solo tres de momento, una grandeza espiritual definitoria de lo que es el verdadero puertorriqueno. Tuve el privilegio y el honor de compartir con los tres y puedo señalarlos como tres seres humanos exquisitos y no es pura casualidad que esa grandeza se manifestara en lo excelso de su arte y en la respuesta del Pueblo que los tuvo siempre en un sitial muy alto del que nunca podrán ser suplantados, porque ellos son Puerto Rico.
La juventud de hoy no conoció a Maelo más allá de lo que este astro musical dejó grabado. Maelo fue un tremendo ser humano dentro y fuera del escenario y esta entrevista nos deja ver la calidad de este artista. Son muchas las anécdotas de sus actuaciones visitando hospitales dandole ánimo a los enfermos sin que fuera acompañado por prensa alguna, solo su persona con un propósito, levantarle el ánimo al enfermo.
Tuve la oportunidad de compartir en innumerable ocasiones con Ismael Rivera. Pero fue el primer encuentro el que se ha quedado grabado para siempre en mi memoria. En ocasión de las fiestas patronales del Barrio Coquí de Salinas y estando Cortijo y su Combo en todo su apogeo y gloria se anunció su presentación en aquellas festividades. No recuerdo en compañía de quien andaba, pero esperábamos un ”PON” para llegar hasta el Barrio Coquí. Me encontraba en la Plaza de Recreo del pueblo en la esquina frente a la casa de Don Pancho Sécola y de frente a la Casa Alcaldía. Estando allí de repente apareció un Chevrolet Belair del año que se detuvo frente a mí. Desde el auto una persona me preguntó por la ruta hacia el Barrio Coquí quien resultó luego ser Ismael Rivera en compañía de su Compadre Cortijo. Le conteste que hacia allá eras que íbamos nosotros. El inmediatamente nos mando a montar al auto y arrancó con toda calma por la Carretera Número Tres hacia el Barrio Coquí.
Durante el camino Ismael quiso saber como eran las fiestas del Coquí y le hable de lo buenas que de daban siempre. Continúo hablando con Cortijo del carro recién comprado y de varios negocios que tenían pendientes. Cuando llegamos al Coquí Ismael se estacionó justo detrás de la tarima y salimos junto a ellos. La gente se aglomeró a nuestro alrededor y seguimos caminando hacia la tarima junto a los artistas. Resulta que estaban cobrando entrada para poder pasar a la pista de baile en el centro de Plaza. Cuando fuimos a entrar me pararon, entonces Ismael intervino y dijo que yo andaba con él y me dejaron pasar. Desde esa noche Ismael jamás se olvido de mí. Siempre que venia a Salinas, a las fiestas patronales, a la Guaguita, al Patio y en cuanto sitio se presentó en los Pueblos limítrofes yo lo saludaba y hablábamos. En las Fiestas Patronales a que me refiero dio la casualidad de que Ismael conoció una muchacha con quien después se caso. Aproximadamente en el año de 1960, en ocasión en que me desempeñaba como propagandista del Bell Cleaners Laundry localizado en la Calle Domenech de Rio Piedras, visite la casa de Ismael y salude a la joven compañera que me dijo vivir allí con Ismael.
Pero el recuerdo más imperecedero fue lo acontecido al final de un baile en la Guaguita al que había ido acompañado por mi novia de entonces Isabel Chan Rivera. Para cerrar el baile Ismael estaba cantando “El Chivo de la Campana”. Yo me había dado par de jaraguazos y me subí a la tarima a cantar con Ismael. Entonces me dio la oportunidad de seguir cantando la pieza. Como no la conocía la letra de la canción tuve que improvisar “Chivo dice Beee, Chivo dice Bee, Chivo dice Beee, Chivito, Chivito, Chivito, Chivito, Chivito.” Pa que fue eso! Terminó el baile y por más de una semana estuvieron en el pueblo repitiéndome eso todo el que me veía.”Chivito, Chivito, Chivito, Chivito” Todavía hay mucha gente que se acuerda, particularmente mi esposa Chan.
Ismael fue un incomprendido. Sin embargo, era un hombre con una grandeza de alma muy especial. Sencillo en su actuación profundo en su sentir y su pensamiento. Su gloria no tendrá fin porque su obra no lo tiene.