Share this:
- Click to share on Facebook (Opens in new window)
- Click to share on LinkedIn (Opens in new window)
- Click to share on Tumblr (Opens in new window)
- Click to print (Opens in new window)
- Click to email a link to a friend (Opens in new window)
- Click to share on WhatsApp (Opens in new window)
- Click to share on Pinterest (Opens in new window)
- Click to share on Telegram (Opens in new window)
- Click to share on Pocket (Opens in new window)
- More
Gracias por tu comentario Raúl. Estamos tratando de conseguir fotos de esos maestros y de los estudiantes que pasaron por la escuelita de Los Poleos. Invitamos a nuestros lectores a que nos informen al respecto.
Recuerdo muy bien a Galito, pues vivia casi frente a mi casa en La Carmen. Lugar donde me crié con mis abuelos don Inés Suárez y Doña Señora Moreno. Galito era un hombre bien educado en todo el sentido de la palabra. Amaba la enseñanza y se preocupaba por realizarla para que los estudiantes salieran adelante. A mi personalmente varias veces me dio buenos consejos y lo recuerdo con mucho cariño.
Desde Chicago, Raúl Díaz Suárez.
Edwin querido, has hecho una semblanza de los héroes anónimos de la escuela rural.
Muchas veces la sociedad es ciega al verdadero trabajo del educador que siempre trata de extraer lo mejor de todo ser humano. Nadie se hace rico siendo educador. Eso ya nos dice algo del valor que le damos a esta tarea.
Gracias por esta semblanza.
Cariños.
El maestro de escuela chiquita, de barriada suburbana, entrega casi místicamente su existir laboral para servir sin recompensa alguna a cambio, maestros de pueblos rurales, con poco bagaje de estudio, pero apertrechados con unas enormes ganas de cumplir con sus estudiantes. La metáfora cobra vida en la etérea figura del maestro, presto a juntar sus polluelos alrededor de la mesa del saber.