Soy callada… y las aguas quietas son profundas.

Recuerdo muy bien esa noche.

Fue una noche tempestuosa, con mucha lluvia, mucho viento, gritos, aúllos.

No estaba dormida. Estaba en esos días en que la mente se apodera de cosas.

Tendida en un sofá tan larga era, en un cuarto al final del pasillo.

Realizaba uno de mis grandes sueños… que alguien, tocara el piano para mí. Mi pianista estaba ahí.

Había oscurecido sin apenas darme cuenta, los recuerdos de cosas deseadas afloraban en mi mente muy rápidamente.

De pronto se oye el movimiento de una llave en la cerradura,

Mi pianista seguía ahí… mi pianista seguía tocando con mucha fuerza.

Del otro lado oigo el crujir de una puerta que se abre, mi pianista sigue tocando con mucha más fuerza aún.

Se escuchan unos pasos fuertes por el corredor que lleva a la habitación donde está mi pianista y yo.

Dos o tres segundos después se escuchan unas fuertes detonaciones.

Quedé muda y desde entonces he decidido callar.

por Eneida Rodríguez Delgado, 21 de julio de 2010