A mediados del siglo 20 el gobierno de Puerto Rico estaba empeñado en sacar al País del atraso y la miseria. Para modernizar a Puerto Rico era necesario educar al recurso humano y preparar los técnicos y profesionales que realizarían la agenda que inspiraba a los gobernantes.  Para lograrlo era imperioso apoyar y fortalecer la educación superior universitaria.  Por eso, el gobierno volcó todo su apoyo a la Universidad de Puerto Rico y sabiamente ideó una fórmula fiscal para asegurar a la UPR los fondos que le permitieran llevar a cabo la misión educativa y activar los talentos de la juventud puertorriqueña.  Ocurrió de esa manera el milagro: la gran apertura de la educación universitaria pública.  La UPR abrió sus puertas para que jóvenes procedentes de las clases pobres y medias pudieran desarrollare a través de una educación universitaria.

Cuando en la década de 1950  la gran apertura de la Universidad de Puerto Rico tomó cuerpo, la cantidad de jóvenes salinenses que pudieron realizar estudios universitarios aumentó significativamente.  Chicos y chicas de la Isla abarrotaron los hospedajes de Río Piedras confrontando sus experiencias pueblerinas con la realidad del entorno universitario. Con el entusiasmo propio de la juventud asimilaron las nuevas experiencias que ofrecía la vida universitaria y capitalina.  Al calor de la formación educativa también se aprendían estilos de vida estudiantil, algunos de los cuales llevaron a sus lugares de origen.

Contagiados con esas influencias 16 jóvenes salinenses fundaron en enero de 1958 una fraternidad de estudiantes.  Junto a  estudiantes que hacían lo propio en sus pueblos, fueron pioneros en crear fraternidades estudiantiles lejos de recintos universitarios. Fue de esa manera que hace 52 años, por iniciativa de Iván Mictil, José T. Vázquez, Telesforo Figueroa,  Rigoberto Rivera, Miguel A. Vázquez, José R. Zayas, Luis A. Zayas, Guillermo Concepción, Luis Muñoz, Neftalí J. Rodríguez, Humberto Ferrer, Raúl Carrera, Luis A. Colón, Carlos T. Colorado, Dante A. Rodríguez Sosa y Félix M. Ortiz Vizcarrondo, se fundó la Fraternidad Eta Epsilon Sigma. Es preciso apuntar que las chicas universitarias salinenses no se quedaron atras y crearon una sororidad, una entidad de corta vida pero cuya existencia merece ser apuntalada para que alguno de nuestros lectores abunde sobre el hecho.

La foto que presentamos recoge parte de la matrícula que en 1973 integraba la Eta Epsilon Sigma. Quizás usted pueda identificar a algunos de eso fraternos.