
Luego de largos años de ausencia regresó a su terruño
a disfrutar de la navidad.
Anunciaron las doce y recordando aquellos momentos
cuando la algarabía llenaba de besos su rostro,
se dirigió a la Plaza de Recreo. Se sentó en un banco
y un desierto le hizo preguntarse:
¿ Dónde está mi pueblo para felicitarlo?
© Antonio Rafael Ledée
Para los años 1950 y 1960, luego de sonar las doce y comenzar el año nuevo, la Plaza Delicias se llenaba de gente. Se felicitaban unos a otros de forma efusiva. Participé de muchas de esas escenas.
!Qué bien describes en tu poema esa nostalgia que nos invade, no solo a ti ausente, si no a nostros los presentes!
Qué manera tan sublime de plantear la “Ausencia”. Estar ausente no solo es el hecho de encontrarse materialmente lejos del recinto Isleño, también la ausencia se revela dolorosamente estando uno presente. Se buscan sentires que resalten la socialización que conocimos y percibimos el vacio desolador que desgarra el alma. ¿Dónde está mi Pueblo? Hasta ahí está bien. ¡Para felicitarlo! Esto hay que pensarlo y reflexionarlo con mucha más profundidad.