Había llegado lejos. Su nombre dejó de ser una palabrota.
Ahora era el centro de atención. Estaba frente al pueblo y ante sus padres que se unían en un abrazo. El maestro lo felicitó. El sacerdote se persignó y el político lo glorificó.
Finalmente fue reconocido… con una melodía, tres disparos y un sollozo.
David Roche Santiago es un ponceño radicado en Filadelfia donde se ha destacado como defensor de los derechos civiles de las minorías. Fue uno de los fundadores del periódico bilingue Community Focus/Enfoque Comunal taller donde se desarrollo como periodista y artísta gráfico. Ha escrito poemas y narraciones y tiene varios trabajos inéditos, entre los que se suman, relatos y poesías.
Un minicuento que desnuda el alma humana. Tal como vamos, los valores tan invertidos y las conductas tan torcidas llevan a preguntarnos por las verdades absolutas que perdimos, creo que para siempre. Los oprimidos tienen nombres que molestan aunque sean mártires o héroes.
Los otros, los gusanos inútiles, muestran siempre su fariseísmo a tal punto que si muere un pobre tipo, lo ensalzan enseguida porque los panegíricos existen para aplaudir la figura del opresor.
Muy buen trabajo!
Este microrrelatos me condujo por los caminos de la hipocrecia social. Se me antojo visualizar la reacción de la la gente ante los que surgen como trinfadores desde las clases sociales no privilegiadas, cuyos nombres normalmente son una palabrota o innombrables. Entonces su triunfo, cuando conduce a la muerte, obliga a reconocerlo con la melodía del fingimiento, los disparos del fariseísmo y el sollozo de los que en verdad lo quisieron.
Las cicatrices que la guerra deja en los que se ven obligados a participar de ella pueden ser devastadoras. Pero las que abren en el corazón de aquellos que han visto a sus hijos sucumbir en el campo de batalla sobrepasa lo inimaginable.
No existe ni una sola palabra en el diccionario que pueda conjugar ese dolor.
En Parabién, del amigo David Roche, vemos, como a través de una bruma de contagiante amargura, la herida abierta en el corazón de unos padres que, de tanto llorar, sólo les queda un sollozo.
“Su nombre dejó de ser una palabrota”, es clave importante para entender cómo nuestra sociedad pierde la brújula de la honestidad cuando aquellos a los que repudian, por las razones que estas sean, ante la muerte se zanjan las diferencias y todos (los vivos por, supuesto) terminan diciendo, “Tan bueno que era”, y hasta lloran su desventura.
Te felicito por un micro bien llevado y mejor pensado.
Josué