A Piliche

Despertaba de madrugada con unos deseos que controlaban su mente y descontrolaba su cuerpo. Miró al otro extremo de la cama, donde dormía su mujer y se tiró en silencio para no despertarla.
—Si se entera morirá de dolor, fue su único pensamiento.
Se vistió de prisa, salió y echó a correr el auto.
En los mismos instantes en que se alejaba, unas manos descorrieron la cortina de aquella única ventana y unos ojos se bañaron en lágrimas.
©María del C. Guzmán
Quiere la literatura expresar, en toda su plenitud, la angustia humana. Pero se queda en la periferia del dolor porque, hasta hoy, lo fantástico no ha logrado penetrar aquel universo. Nada de lo dicho desmerece tu relato, María, porque cumples con la finalidad del Arte que es estética y denunciante. ¿Qué más puede uno hacer?
Muy buen micro. Muy Salinense. Te felicito.
Josué
Bello, María. La ternura despliega sus alas y arropa a dos seres golpeados por el dolor indeseado al que sucumben yendo por opuestos caminos. Retratas una historia dolorosamente cotidiana.