Leo una noticia con la siguiente entrada:

 “La desaparición  de la civilización maya se debió a la depredación ambiental por la “excesiva tala” y desforestación y daños al sistema agrícola, asegura el arqueólogo estadounidense Richard D. Hansen.”

Aunque tengo claro que la caída de las civilizaciones humanas es causada por factores diversos y nunca por uno solo, la destrucción del hábitat precipita irremediablemente la extinción o emigración de las especies que lo habitan.

Hansen afirma que el hábitat en Mesoamérica que propiciaba el sistema social y económico, y por ende el Estado de los mayas, colapsó debido al “consumo conspicuo de los recursos naturales.” Tal depredación contra el ambiente causó deforestación y daños al régimen agrícola, lo que impidió cosechar la suficiente cantidad de alimentos para sostener la población de un territorio densamente poblado. Según Hansen las ciudades mayas del llamado período preclásico (1000 a.C.-150 d.C.) fueron “las más grandes del mundo en cuanto a su volumen, incluso las de mayor población en Mesoamérica”.

La conclusión de Hansen es producto de 30 años de estudio en la zona maya, durante los cuales recolectó evidencias arqueológicas, como polen, isótopos, cerámica y lítica, que le han permitido comprobar la agresión humana al ambiente.

La tajante conclusión deducida del estudio de Richard D. Hansen, encierra el significado profundo de la Profecía Maya. El fin de los grupos humanos surge a consecuencia de la disonancia entre la idea y los hechos, entre el ser humano y el contorno. Cuando se cierre el ciclo del tiempo proclamado por los Mayas, la armonía del ser humano con la naturaleza deberá ser restaurada. Después de las manifestaciones solares calculadas en el calendario maya en torno al 21 de diciembre del 2012, la humanidad viene obligada a comenzar la sanación del Planeta.  De lo contrario, destruiremos nuestro hábitat.

srs