En el pequeño hospital del pueblo minero de La Oroya, en el corazón de los Andes peruanos, Aureliano mira, asustado, cómo se va apagando la luz de los ojos de su padre. Le toma la mano y quiere rescatarlo de la espantosa oscuridad que avanza a trancos largos.
El pobre hombre ya dejó de toser; solamente una respiración como de sapos tristes desgarra lastimosamente el aire.
Aureliano nunca ha visto morir a un hombre y desde sus ocho años, llevará para siempre la imagen de su padre boqueando como un pescado recién sacado del río. Los labios morados, las orejas pálidas, las costillas hundidas.
Luego, la noche cae como un golpe seco en la boca de un estómago vacío.
Su madre llora, sus hermanas lloran. Él no puede llorar. En secreto había deseado que su padre ya no sufriera más. La culpa pulveriza su tristeza.
El pequeño Aureliano no sabe que su madre y sus hermanas lloran tristes y amargamente, no por el padre que ya dejó de sufrir, sino por él, que muy pronto lo reemplazará en los socavones*.
©David Arce
*socavones: cuevas que excavan los mineros
Mi querido David: El minero es el obrero más olvidado de la buena vida. La mayoría mueren de silicosis, enfermos, reventados de lucha. Sus ojos acostumbrados a la oscuridad ni añoran la luz.
Tuve parientes mineros en mi otra tierra “España”, sé lo que sufríeron. El mundo del oropel y la farándula, el del lujo insultante y el desamor constante, nunca entenderá los ríos de sangre que ha costado un anillo para lucir en manos de Doña Frivolidad.
Aplausos para tu cuento inobjetable.
David, te leo una manera de contar madura y sugerente. Aires del aliento que el Gabo le inyecta a su prosa, cosa que no es de extranar ni de tener a menos, sino a mas, debido al tema y a esa historia que corre tan a raudos por las venas de América. De esa América nuestra, al Sur del Río Bravo, que ha dejado en sus creadores, especialmente en sus escritores/ras una manera particular de contar la historia que al otro extremo del río tergiversan.
No me parece necesario decirlo porque se extrae de lo dicho, pero lo voy a decir más a boca de canon: muy bueno tu escrito. BUENISIMO.