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Hay musas que mueven al ser humano a escribir, puedo jurar que Tilita tomo tu mano para comunicarle un beso a todos sus hijos.Excelente amigo.Aplauso de pie.
Sergio, en mi primer comentario, la emocíón me hizo olvidar agradecerte por la hermosa foto de nuestra madre que le sirve de fondo al poema.
Josué el afecto es mutuo. Roberto Quiñones y Roberto López gracias.
En uno de esos reencuentros sabatinos en casa de nuestra hermana Lola, supe por voz del propio Edelmiro que tejía versos dedicados a Tilita, apodo con el que conocían sus contemporáneos a nuestra madre. Con la mera mención de algunos de los versos intuí que escribía un poema de honda sensibilidad, que gustaría a muchos. Y acerté. Este poema recoge esencias de la filosofía de vida de Virgenmina Sosa. Sus versos son una apretada síntesis del poema existencial de nuestra madre; el de una mujer que batalló contra las circunstancias, los convencionalismos y las enfermedades, afirmando su libertad personal y cultivando la espiritualidad desde el disfrute de las riquezas que brindaba gratuitamente la naturaleza.
De ella aprendimos que el cultivo de la sensibilidad es la principal especie aromática que le da sabor al conocimiento; que todo lo que turbe tu paz, y te impida crecer se deja a la vera del camino, deseándole mil bendiciones; que hay que ocuparse de las situaciones, y lo que no tenga remedio, no debe ser motivo de preocupación, porque su resolución pertenece al reino de lo divino.
Esta mujer, que conoció al mundo de la mano de la orfandad, ejerció una maternidad liberadora, para ella y para sus hijos, sin aspavientos ni espejismos, sino colocando en cada quién la responsabilidad de la propia realización.
Nos enseñó que con plena serenidad, había que mantener abierto una canal de comunicación con lo Alto. Y ella en este plano lo tenía, un medio donde apaciblemente debatía y fortalecía su fe y donde amorosamente solicitaba para nosotros inteligencia divina.
En sus últimos años, atesoraba los recuerdos en su cuarto, guardando celosamente los tangibles en dos armarios. Colgada en una de las perillas de la ventana, colocó una pequeña pizarra donde escribió con tiza, la frase que tantas veces se le escuchaba decir: “Todo está en Orden Divino”. Pienso que fue lo último que leyó antes de partir de este mundo.
Ciertamente, este exquisito poema de mi hermano Edelmiro, son unos hermosos versos dedicados a nuestra madre, pero lo aplaudo también, porque presiento que se convertirá en un poema emblemático, en el concierto de poemas dedicados a las madres.
Una verdadera joya literaria. Al leerlo pasaron tantos bellos recuerdos por mi mente de Doña Tilita y de como ustedes se fueron desarrollando bajo su proteccion. No me escondo para expresarle a los hijos de esta gran mujer la envidia que siempre he sentido, lo cual se lo he expresado un monton de veces, por no haber nacido en una familia como los Rodriguez Sosa.
Este poema es un tesoro. También me encantó la fotografía.
Cuando vivía momentos de enormes penurias (económicas y espirituales) en Salinas, solo, desesperanzado y sin brújula, pero con un libro de cuentos, que nadie tomaba en serio, en las manos, te pedí un prólogo, Edelmiro, y después de leer mis textos me concediste el favor. Aquel prólogo fue la primera cosa que leí de alguien en referencia a lo que yo escribía. Aquel libro se perdió, como perdí 2 más cuando no sabía guardar originales, pero lo recuerdo más que los cuentos porque era mucho prólogo para tan pobre libro. En otras palabras, lamentó mucho más que se haya perdido tu comentario que la pérdida de lo comentado.
Te recuerdo ese detalle, amigo Edelmiro, para que los que leen tus escritos, sin conocerte, tengan una idea de la calidad del ser humano que escribe las cosas que leemos.
Se lo he comentado muchas veces a Sergio y a mi hermano José Alberto, porque hay cosas que se comentan más entre allegados que con particulares, que eres una persona MUY significante en mi vida.
Eso quiero que lo sepas, por si acaso me sorprende la inoportuna antes de expresarte de lo esperado.
GRACIAS, Edelmiro, por ser como eres.
La literatura es algo caprichosa. Compuse este poema en honor mi querida madre y en el trabajo de hacerlo solo pense en su vida y en organizar las palabras. Poner unas, luego sacarlas, modificar las estrofas etc., etc.
Luego al leerlo, sin la presión de parir las estrofas y ya publicado en este prestigioso blog, no pude más que echarme a llorar. Gracias María del Carmen, Gloria, Josué, Marinín y tantos otros amigos que leen lo publicado en este espacio literario.
Aplausos y mas…
Para degustar este poema a plenitud, aparte de su valoración literaria, estética, de lo bien escrito que está y del tono algo triste, aunque se diga lo contrario, hay que conocer la persona que lo concibió y el motivo, en este caso la madre del autor, que lo inspiró.
Así como el ser humano se compone de tres cuartas partes de agua y una de materia, Edelmiro es todo sentimiento.
No recurre a ningún recurso técnico cuando comienza diciendo y concluye su panegírico a su madre (Virgenmina Sosa, “Tilita”), que sin tener nada todo lo poseía.
Esa fue la pura verdad.
Ella solita, sin ayuda de nadie, crió, y lo hizo bien, 5 seres humano, a los que, desde temprano, enseñó a tomar en serio los estudios, a trabajar, a ser autosuficientes y a valorar su entorno.
Los hizo patriotas, para que no se arrastrasen por la vida como víboras bobas.
A todos ellos inspiró para que alcanzaran posiciones de prestigio en el esquema socioeconómico en que eventualmente iban a moverse y les pasó, a todos, ese orgullo de pueblo, esa orgullo humilde y vertical de ser salinense y su puertorriqueñidad.
Tilita nació y murió, según los estándares de riqueza, pobre. Pero rica en bendiciones (todos sus hijos la respetaron y la amaron, incondicionalmente) y le dieron el regalo de ver el fruto de sus enseñanzas y de su esfuerzo. ¿A qué más puede aspirar una madre y un padre al término de su jornada terrenal?
A mí no me cabe duda que en el silencio de sus últimos momentos sobre el planeta, Tilita, como el Apóstol, dijo: “He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe”.
Magistral muestra de amor, Edelmiro.
Edelmiro! Estoy segura que tu madre ha leído este poema desde el cielo, al que perteneció aún en vida.
Te aplaudo con el corazón porque siendo hijo no te perdiste ni un ápice del corazón de tu madre.
Aplausos para los dos.
Estoy segura que nos lee y escucha.
Cariños
Es el poema más hermoso que he leido, tanto que nada más hay para comentar.