Me resulta imperativo darle basamento y profundidad a la leyenda que de modo muy curioso recrea Félix M. Ortiz Vizcarrondo bajo el título Crustaceus Salinensis. La época en que advine al conocimiento del caso que nos presenta fue aquella en que no existía la televisión. La pasión era el Cine con sus películas de vaquero, Charles Starret, Tim Mackoy, Bill Elliot, Roy Rogers y otros de igual o más reconocimiento. También de las películas de misterio como Frankestein y El Lobo Humano. Otras eran fantasiosas como King Kong y los Episodios de Flash Gordon y Superman. Fue una época de mucho diálogo y continúa comunicación entre todos los habitantes de Salinas.

Considero que el impacto del entorno cultural de entonces motivo mucho la creación de cuentos y leyendas populares por parte de personas muy inteligentes y con gran sentido del humor. Yo oía esas cosas y se las contaba a mi madre con gran sentido de credibilidad. La decepción no se hacía de esperar: ”Dante no seas pendejo, no estés creyendo todo lo que te dicen” Yo le argumentaba sobre la autoridad de la voz que me había hecho el relato y según pronunciaba su nombre, ella me ripostaba.
Mamy Fulano.
–Ese es un hijoelagranputa.
Mamy Sutano.
–Ese es un embustero.
Mamy Mengano.
–Ese es más embustero todavía.
Yo seguía y ella también.
–Ese es un soñador, a ese le patina el coco, ese es un coje bobos, es un cuentista…

Así nacieron muchas leyendas en el Salinas de aquella época, producto de la inventiva y de la imaginación. Claro animado por la gran credibilidad que le daba la gente a todos estos relatos pues no todos tuvieron a una Dona Tila a su lado. Tanta credibilidad se le dio a estos relatos que conocí personas muy serias que juraban haber participado en el Festín del Juey acuñado en Sierra Brava.

En este sentido creativo se distinguió la Barriada Vieja, así llamada para distinguirla del Modesto Cintrón. Contó entre sus máximos exponentes con Julin Jiménez, Don Vicente Rodríguez y Carlos Ortiz, a este último se le atribuye la creación de la fantasía del gigantesco Juey y por eso siempre escuché aludir al crustáceo como El Juey de Carlos. Estos personajes eran muy bromistas. Una broma muy constante era dar la noticia del fallecimiento a alguien con gran afecto por el muerto pero siendo falso el hecho de la muerte. Fueron incontables las ocasiones de los lloriqueos, gritos, remisión de coronas de flores a las casas, muchas de ellas para ser recibidas por el propio supuesto fallecido y otras cosas así. Eran bromas pesaditas pero nada ocurrió, salvo el mancillado prestigio de los actores muy bien catalogados por personas como mi madre que se las sabía todas.

No puedo dejar de mencionar que en la Ciudad Perdida Rafa Rodríguez, de Borinquen, era un relator de cuentos productos de su imaginación a quien nosotros escuchábamos por horas muertas contar historias verdaderamente inverosímiles pero que cautivaron nuestra imaginación de niños. La leyenda del Juey continua y créanme con todo y lo que he dicho a veces tengo dudas de que no haya sido cierto lo relatado. Solo el recuerdo de la mirada y la voz de mi madre, me espanta esa descabellada idea. Felicito Félix por traer a la memoria ese “hecho histórico”….????…?????

Dante A. Rodríguez Sosa