Esto no es una estampa puertorriqueña, pero sí se trata de un fenómeno internacional, al menos a juzgar por su impacto en las redes sociales. Me refiero al caso de Ivonne, una vaquita bávara que se escapó de su granja. Al parecer fue perseguida intensamente, en una búsqueda inicialmente reforzada con la presencia de su becerro, su hermana y un “novio” potencial, y eventualmente convertida en una cacería y una sentencia de muerte.
Entran las redes sociales: Se arma una campaña en Facebook y otros sitios, la vaca se “roba el corazón del pueblo alemán y del mundo“, se levanta la sentencia de muerte, y un refugio de animales bávaro decide adoptar a Ivonne, plantándose al frente de la campaña, que ya no es cacería sino rescate.
Yo miro las fotos de la vaquita huyendo, y leo la historia de su huída, y no puedo evitar hacer algunas conexiones. Después de todo, es domingo, y estoy tomando café y tratando de evadir temas como la criminalidad o el huracán que viene. El caso es que leo la historia de Ivonne y, tal vez por su especie o tal vez por la inicial de su nombre, pienso en otra vaca, la mitológica Ío. Recuerdo los contornos generales de la historia clásica y los comparto acá: Ío era una joven sacerdotisa de Hera (Juno), la celosa esposa de Zeus (Júpiter). Zeus, que tenía lo que llaman “commitment issues”, decide enamorar a Io a espaldas de su mujer. Pero Hera no es boba, se da cuenta de la movida, y baja a investigar. Para proteger a Ío, Zeus la convierte en una vaquita blanca.
Hera aún sospecha, y pone a su sirviente Argos, el de los cien ojos, a cuidar a la vaca. Argos duerme con 50 ojos abiertos, de modo que la pobre Ío, que para empezar ni estaba particularmente interesada en Zeus, ha perdido ahora no sólo la forma humana, sino también la libertad. Alguien (creo que era Hermes (Mercurio)) emborracha a Argos, quien cierra por fin todos los ojos, y la vaca escapa.
(Por cierto, Hera se enoja mucho con Argos, lo tilda de ebrio irresponsable y para castigarlo, lo convierte en pavo y le pone los ojos en la cola, con lo que la historia explica no solamente el origen de la vaca sino también el del pavo real. )
Zás. La vaca está libre, pero Hera la odia más que nunca. La huída de Ío, como ahora la de Ivonnne, es épica. No recuerdo bien toda la historia, pero sí que fue perseguida, que cruzó valles y montañas, que al final logró cruzar el mar y llegar a Egipto donde (presumo que todavía con su forma de vaca) se convirtió en una deidad egipcia. Los egipcios, como los bávaros del refugio que adoptó a Ivonne, la adoptaron para sí y le hicieron un lugarcito en un panteón distinto y aparentemente menos hostil.
¿Por qué recibe Ivonne toda esa atención? No puedo sino pensar que los consumidores de noticias del mundo compartimos, por las razones que sean, una inclinación a favorecer la excepción. Después de todo, ¿cuántos de los que hoy protegen la vida de Ivonne no se comen, alegremente, a sus hermanos y hermanas todos los días? Ese excepcionalismo nuestro define lo que se convierte en material noticioso (la vaca que se escapa) y lo que no (las muchas más vacas que no escapan, y que nos comemos.)
Este excepcionalismo ocurre en muchas otras esferas. Pienso por ejemplo en la educación, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos y otras partes: Nos encantan las excepciones educativas, los casos extraordinarios y esperanzadores. Mantenemos millones de niños en una situación educativa que sólo puede describirse como inferior, incluso deprivada, pero a veces descubrimos una excepción (un estudiante que a pesar de todo logra salir adelante, tal vez convertirse en músico famoso, o neurocirujano), y a esa excepción la abrumamos con atención mediática, alabanzas, becas…Los otros millones de niños siguen destinados al matadero laboral y cultural que representa la combinación de una educación mediocre y una economía hostil. Pero no los vemos. O no los vemos igual. No seguimos sus tribulaciones con la misma emoción, con el mismo suspenso.
Y no hay nada malo, por sí sola, en la atención que se le destina a Ivonne, o al estudiante pobre y prodigioso. Pero sí habría que examinar los cómos y los porqués de la invisibilidad mediática y emocional de los muchos.
Nada. Que estaba tomando café, y evitando pensar en el huracán, o en los asesinatos, y me encontré con Ivonne-Ío. Feliz domingo.
Fuente: Parpadeando