Temprano en la mañana salimos a cazar tórtolas. Llevamos fósforos, sal y pimienta.
Güisín y Freddie tenían escopetas de perdigón, Mitchell y Yo, solo teníamos hondas de goma maciza.
Al medio día, llegamos al Monte Caroberto y el Sol nos castigaba sin piedad. Güisín, que era un gordito comelón, se quejaba de hambre y devoraba tamarindos agrios y mangos bobos.
El sol ardiente, el hambre y la sed, hicieron estragos en la mente de Güisín. Se nos adelantó y se fue monte adentro y cuando se encontraba un poco distante, dio media vuelta y como El Llanero Solitario gritó “Hi-Yo Silver” y comenzó a disparar perdigones.
Freddie como un gallardo nos defendió con su rifle hasta que se quedo sin municiones.
Entonces nos convertimos en tórtolas y salimos de allí volando.