Todos en este país celebran el domingo viendo fútbol americano. Yo sufriendo la ausencia y más patriótico que la madre que me parió, con una copa de algo fuerte y la música de Rafael Hernández hice el día más placentero. Y como la vida te putea en cuanto tenga ocasión, le advertí “no jodas conmigo”
Preciosa, casi me puso a llorar, y cuando más meloso me encontraba, ella bajó el volumen porque no podía oír el juego.
Sentí la llamarada y la voz de mis sentimientos se escuchó en el sótano cuando descuarticé al Santa Claus de tamaño real.
©Roberto López
Roberto, te comprendo. Yo también pasé por esa experiencia de vivir en EUA mientras estudiaba una maestría en la Universidad de Maryland. Fueron tiempos de añoranzas y de oir canciones patrióticas interpretadas por Pedro Ortiz Dávila (Davilita). De poner un paquete de cervezas en la repiza de la ventana para enfriarlas y tomármelas mientras pensaba en mi patria lejana. De ahí surgieron algunos escritos que se me perdieron para siempre (ver el poema Perdí Mi Libreta publicado en este blog).
dsvilits
Olvide mencionar varias cosas que son importantes en el analisis de este texto de nuestro compueblabo Roberto lopez. 1) El personaje vive en las entranas del monstruo y siente, muy de cerca, sus palpitaciones; 2) Ademas de llegar alli bombardeado por unas fuerzas descomunales que buscar convertirlo en un ser hibrido, descultirizado, en su nuevo centro habitacional y operacional, es victima de la imposicion, no ya disimulada, sino a la canona, de unas maneras y estilos de vida, gustos, etc. que les son contrarios; 3) el sotano, ahi lo dejo en ese departamento, porque hay mucho de que hablar sobre esa ubicacion; 4) la manera de tomar venganza contra ese simbolo del abuso corresponde, si estudiamos las nuevas tendencias del crimen en la Isla, a esa nueva modalidad, dicen que producto de una secta satanica, de matar.
Cuando el escritor toma control de su obra, todo lo ya mencionado y mas, cumple un papel en el marco de proyeccion de lo que escribe y cuando no, aunque lo cumple igual, se da por eso que unos llaman los duentes del escritor y otros sus demonios.
Gracias Josué por el comentario. Me agradó mucho que hayas captado el mensaje que vas más allá del aspecto lúdico de este escrito.
Este microrrelato de Roberto López, escrito en primera persona, como casi siempre se escriben las anécdotas biográficas, cuenta eso mismo: algo anecdótico con matices biográficos. Pero incluye otros elementos, al menos eso percibo yo en su lectura, como lo son el patriotismo cultural, que mejor aflora en la lejanía y que se transforma en rebeldía, algo sorda e impotente, ante una realidad que mina, como le sucedió a El Josco, de A. Díaz Alfaro, la esperanza. Desgarradora realidad en que vive el puertorriqueño desraizado, que se aferra a la cultura, la música nuestra (especialmente la de Rafael Hernández, Preciosa), la literatura (La llamarada, el triunfo pírrico de El josco sobre el toro blanco, que trajeron del Norte, dizque para mejorar la cría y el ridículo Santa Claus, con su ¡JO!¡JO!, que no aparece en el santoral de la patria).
Roberto se sale de lo anecdótico, para gloria de la incipiente literatura salinense, cuando hace un planteamiento: “Descuarticé al Santa Claus de tamaño natural.”
Presenta, el escritor es víctima de sus andanzas, aquello, tan bíblico, de los “yugos desiguales.”
Muy buen micro. De Antología.