Alonso Quijano leyó tantos libros de caballería, las obras maestras y las siniestras, que se creyó todo cuanto en ellos se decía, al punto de recrear en su propia realidad todo lo leído.
Ataviado con una arcaica armadura, a la usanza (así lo creyó él) de los caballeros andantes y sobre el calamitoso espinazo de un venido a menos Rocinante, que lo miraba como el que mira la imagen de su propia desventura, se echó a andar en pos, primero, de un escudero, que contar pudiese su historia, y de una dama de fina y real estirpe, fermosa como ninguna, a quien dedicar sus venideras hazañas, porque era eso lo que hacían sus homólogos, según contaban los autores de los susodichos libros.
En una porqueriza encontró un hombre ordinario y glotón, a quien convenció prometiéndole ínsulas y riquezas, y una dama igualmente ordinaria y fea, porque no había, entonces, caballero andante sin una dama a quien dedicarle sus heroicas conquistas.
Dulcinea la llamó el imbatible don Quijote y como era oriunda del Toboso, para ser fiel a la tradición de los libros de caballería, la bautizó Dulcinea del Toboso y al escudero, Sancho Panzas. Pero no sigo repitiendo lo consabido porque el resto lo sabe Raimundo y todo mundo.
Ahora paso de lo sublime a lo ridículo o de lo Ideal a lo Real.
Abundan por ahí charlatanes con gabán y chalina, algunos hasta con títulos universitarios y excelentes habilidades histriónicas, que han sabido pulsar muy bien el clamor general para engañar y enriquecerse a gusto. Propagandistas de la mentira, el engaño y la maldad, se montan en el espinazo de la fe religiosa, porque es “la sustancia de las cosas que se esperan”, convencen a otros, igual o más charlatanes que ellos, para que les sirvan de escuderos.
En lugar de un viejo y maltratado Volkswagen, se mueven en Mercedes Benz y vuelan “The Friendly Skies”, porque hasta bilingüe son los muy bribones, en aviones privados y se desplazan por las aguas en yates a todo dar. Visten y calzan a la usanza del Jet Set internacional y aunque no lo pregonan, por aquello de guardar las apariencias, se consideran metro sexual y sus mujeres parecen ser lo que no son, aunque no falta una que otra que parezca ser lo que, en todo rigor, es.
Se autoproclaman mensajeros de un Dios que sólo a ellos habla. Un Dios irreconocible y farandulero, que se sienta a comer en mesa de escarnecedores y comparte tribuna con cualquier merluzo. Ahí es, precisamente, donde se les ve la costura a estos falsos profetas de este viejo evangelio que, como la mala yerba, parase inmortal.
Escamoteadores por excelencia, los ha habido, como fuera el caso de Jim Baker, que acusaron al demonio (sin que se le aplicara al malo el privilegio de representación legal) de haber desaparecido 6 millones de dólares de las arcas del ministerio. “Lambío”, era el término utilizado por mi madre para denominar a aquellos infelices que comen con los ojos. Algunos saben ejecutar el papel tan perfectamente creíble que logran engañar al más listo y engatusar al gato. Otros, porque los hay de todos los colores y de todos los olores, son aventajados aprendices de mago que convencen a los más ilusos y a los sabios y verdaderos buscadores de la verdad les hacen recordar aquello (¿Quién se los habrá enseñado?) de que es mejor creer y estar equivocado que no creer y errar.
Sin haber tomado clases de anatomía ni haber entrado, algunos, a los predios universitarios y a Escuela de Medicina ni se diga, realizan cirugías, rellenan de plata las muelas podridas, extirpan tumores, devuelven la vista a los no videntes, a los que no caminan, los hacen caminar, etcétera, etcétera, etcétera.
Ahora transforman, como dicen que hizo Jesús en las bodas de Cana, el agua en vino sin ningún otro propósito que no sea el de vaciarle los bolsillos a los que, al ver ese truco de esquina, alzan los brazos en alabanza para después gratificar, con dinero contante y sonante, a ese bufón de feria que se hace llamar evangelista. No solamente son embaucadores y adúlteros de la verdad, sino un serio peligro para toda la humanidad.
La Biblia registra que Jesús los sacó del Templo a latigazos. Pero ellos ahora han tergiversado la historia y arrimado la sardina a su sartén. Aprendieron a tirar la piedra y esconder la mano y han hecho del Templo su centro de operaciones: todo esto aplica a todas las denominaciones religiosas.
Quizá, repensando mejor lo dicho al principio, no creo que la verdadera historia de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha, sea tan requeté-bien-sabida como solemos pensar.
©JSC
11/22/2011
Solo en EUA hay más de 30,000. sectas cristianas. En esta cifra no están contadas las no cristianas como los Testigos de Jehová y las Mormones. No sabemos cúantas de ellas caen en tu categoría, pero ciertamente deben ser muchas a juzgar por la vida que se dan sus llamados pastores.
Wao esto parece un sueño.Era lo que estaba pensando.Diste en el clavo a ojo cerrado.